7.- Cerca de ti

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Cada día es una nueva aventura, una página mas del libro de la vida.

Entre las clases y las tareas la rutina y estrés se apoderaban de alumnos y maestros por igual.

La convocatoria para elegir a la nueva reina estudiantil se había mencionado ya.

Cada salón debía votar por alguna de sus compañeras quienes participarían en el concurso, la que resultará ganadora representaría a la escuela por todo el año escolar.

Elizabeth había sido elegida por sus compañeros, pero no la iba a tener fácil, las otras dos chicas a concursar eran muy lindas y tenían mucho talento.

Ella no era muy atlética.

No era vanidosa.

No tenía esa labia de convencer a todos de votar por ella.

Se sentía literalmente como un champiñón junto a las otras dos chicas que bien podrían ser unas rosas.

Pero aún así tenía el apoyo de Diana y sus compañeros la alentaban y le daban ánimos.

De regreso a casa pensaba en que es lo  que debería hacer en la muestra de talento.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no había notado que dos chicos la seguían sigilosamente.

Había noticias sobre que muchos bandidos asaltaban y atacaban a las jovencitas que encontrasen.

Ella era algo despistada, su bella figura había llamado la atención de aquellos dos chicos.

Y sus mentes pensaron en solo una cosa.

"Violarla"

Elizabeth se dio cuenta de que la seguían cuando se inclinó a acariciar un perrito de la calle. Ella lo veía siempre por esos rumbos.

Le dio un pedazo de pan y cuando miro a su izquierda pudo notar a aquellos dos jóvenes que susurraban entre ellos sin quitarle la mirada de encima.

Sus piernas temblaron.

Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Estaba a unas cuadras de su hogar aún.

Si corría quizá se adelantaría un poco.

Si levantó lentamente aparentando seguridad, sin importarle aquellos jóvenes.

Cuando dio vuelta a la esquina corrió lo mas rápido que pudo.

Miró atrás solo para cruzar la calle y notó que aquellos chicos la comenzaron a perseguir corriendo.

Ella apresuró su paso.

Las piernas comenzaban a cansarle, su palpitación estaba entre miedo y cansancio, latiendo al mil.

Estaba a dos cuadras de su hogar cuando aquellos chicos la alcanzaron.

Ella gritó.

Pero uno de ellos le tapó la boca.

Su miedo aumentó.

Pedía rogando que no le pasará nada.

Uno de ellos le comenzó a alzar la falda.

Ella se asustó aún más.

Temblaba como cual gelatina, como podía con sus manos y piernas intentaba zafarse de los dos, pero no lograba nada.

Con su codo pudo darle a uno y alzó su rodilla dándole al otro.

Las clases de defensa personal si sirvieron después de todo.

Corrió rápido como pudo y cuando estaba por cruzar la calle un claxon de motocicleta sonó.

Su ángel guardián había llegado.

-¿Elizabeth? ¿Que sucede? Estas agitada.-

Ella agradeció al cielo y se lanzó a los brazos de aquel rubio.

Lloraba desconsolada asustada y temblaba.

Meliodas intentaba calmarla y solo la abrazaba tiernamente.

Cuando ella logro calmarse pudo hablar.

-Dos hombres me tomaron a la fuerza y quisieron hacerme daño, los golpeé como pude y logré zafarme de ellos.-

El rubio asombrado ahora entendía el porqué ella estaba tan alterada.

Miro hacia atrás y aquellos sujetos no estaban ya.

La subió a su moto y la llevó hasta la puerta de su hogar.

La hizo pasar y ella aún con miedo tomó asiento en aquel sofá, Meliodas fue a la cocina para hacerle un té de manzanilla.

Ella tomó la taza y bebía lentamente.

El rubio la veía beber aún con sus manos temblando y no era para menos, esos tipos bien pudieron hacerle mucho daño.

-¿Te encuentras mejor?-
Preguntó al verla ya más tranquila.

-Si, gracias, me asusté mucho, es primera vez que me ocurre algo así.-

Su voz aún denotaba algo de intranquilidad.

Meliodas sintió tanta impotencia y coraje, que lo único que pudo hacer fue abrazarla suavemente.

-Tranquila, todo ya pasó, la próxima vez asegurate de que nadie te siga.-

Ella reforzó aquel abrazo, se sentía segura y protegida cerca de él, quisiera estar siempre así con el. Pero era imposible, el era su maestro, y ella una simple alumna.

¿Que posibilidad tenía de estar con el así siempre?

Ninguna.

Lo sabía, estaba consciente pero al menos en ese momento disfrutaría de esa cercanía.

Comenzó a respirar hondo y profundo aspiraba el perfume tan varonil de su rubio profesor.

Meliodas por inercia aspiro de igual manera su cabello, olía a rosas con vainilla, era un aroma tan dulce y delicado.

El tiempo se congelo para ambos, nada importaba en aquel momento.

Se comenzaban a separar cuando las puntas de sus narices chocaron suavemente una en la otra.

Podían verse a los ojos y sentir la respiración uno del otro.

Sino era ahora no sería nunca.

Meliodas la acercó a él y la besó en los labios.

Las comisuras apenas se rosaban, pero era realmente un beso.

Un beso que jamás se imaginaron

El sabía que estaba prohibido involucrarse con una alumna.

Ella sabía perfecto que él era mucho mayor y debía respetarlo.

Tuvo la necesidad de aprisionar más aquellos labios dulces, profundizo aquel beso, comenzaba a jugar dentro de la boca de la joven inexperta. Ella intentaba seguirlo en el beso.

Reaccionó cuando abrió los ojos viendo a la albina besarlo con los ojos cerrados.

Quizá era su primer beso.

Se alejó rápido se ella.

Ella se llevó ambas manos a la boca, se disculpó y tomó su mochila, salió rápido del departamento y corrió hasta su casa.

Al llegar camino hasta su habitación.

Entró y se dejó caer en su cama.

Sentía que estaba en un sueño, había besado a su profesor y no a cualquiera sino al más guapo y sexy de la escuela.


* Mi querido Profesor *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora