13.- Malos entendidos.

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Después de aquel día, Elizabeth no volvió a hablarle a Meliodas.

Estaba tan confundida, decepcionada, triste.
No sabía que creer.

Lo extrañaba mucho y quería estar con el sobretodo en esas fechas importantes como lo era la navidad y el año nuevo.

Pero no quería doblegarse ante el, tenía esposa, y el debió ser sincero con ella desde el principio.

Cada día que pasaba se acercaba el final de las vacaciones navideñas y regresaría a la escuela.

Se sentía nerviosa, lo vería de nuevo.

Elaine le había aconsejado que lo escuchara quizá el tenga una explicación a todo eso.

Elizabeth sabía que tenia que darle el beneficio de la duda.

Lo amaba.

Aún no estaba lista para escucharlo, pero aún así lo haría.

El día del regreso a clases llegó.

Ella estaba nerviosa, cada paso que daba se acercaba a él

Decidió pasar por el estacionamiento, miraba hacia el frente cuando lo vio llegar en su motocicleta

Se veía tan sexy y elegante que un sonrojo se apoderó de inmediato de sus mejillas.

Meliodas se bajó en seguida y se acercó rápido a ella.

Se miraban mutuamente.

Les hacía falta verse uno al otro.

-Supongo que te debo escuchar.-

Hablo por fin la albina.

-¿Lo harás?-
Preguntó el rubio sorprendido

-Si, pero quiero toda la verdad.-
Respondió muy confiada.

-Asi será.-
Contestó nuevamente muy firme.

-Lo veré después de clases profesor.-

Su despedida fue fría, Meliodas sintió una gran tristeza, pero al menos ella había aceptado hablar con el.

Las horas pasaron tan rápido que nuevamente estaban uno frente al otro.

En un parque alejado de la escuela y de su colonia.

Estaban sentados en una banca cerca de un gran árbol que daba sombra hasta donde estaban ellos.

Meliodas sin titubear comenzó su historia.

-La que viste aquel día en mi departamento si es mi esposa, se llama Zaneri, pero nuestro matrimonio es solo por una herencia que ella debe cobrar en un par de meses, después de cobrarlo nos divorciaremos. Ella es una gran amiga de la infancia, decidí ayudarla por ese gran cariño que le tengo, pero eso es todo. Ni siquiera tenemos vida matrimonial, ella vive en su casa y yo solo en el departamento. ¿Acaso viste ropa o cosas de mujer ahí? (Elizabeth negó con la cabeza mientras seguía escuchándolo). Creo que si viviera con ella tendría cosas ahí ¿No crees? (Toma las manos de Elizabeth). Estoy hablandote con el corazón en la mano.-

Ella lo miraba fijamente a los ojos, esa sinceridad se notaba.

Unas lágrimas cayeron sobre sus mejillas, las cuales él limpió de inmediato.

Se unieron en un suave y lento beso.

Se separaron y ella apoyo su cabeza en el hombro del rubio. Se mantuvieron así algunos segundos, se hacían falta uno al otro.

-Te creo Meliodas, se que reaccioné mal, pero entiendeme, es primera vez que estoy en una situacion así.-

Meliodas no contestó, solo continuó abrazándola fuerte.

-Pero si dices que estarán divorciados en un par de meses. Entonces, cuando eso ocurra, estaremos juntos de nuevo.-

Meliodas la soltó y la miro a los ojos.

-¿Que?-

Preguntó asombrado.

-Lo lamento, te amo, pero no quiero ser amante de nadie.-

-No lo eres Elizabeth, eres mi amor, la única a quien amo. Zaneri solo es una amiga, ese matrimonio es solo por conveniencia de ella, ella te lo puede decir también.-

-Si, te creo, pero aún así, seríamos amantes y no quiero eso, si me has de amar, que sea cuando seas un hombre libre.-

Meliodas sabía que ella no cambiaría de opinión.

Sonrió resignado y acarició su mejilla.

-Esta bien Elizabeth, si eso deseas, espera solo dos meses, y seré libre para ti.-

La albina asintió feliz, le dio un tierno beso en los labios y continuaron hablando de mil cosas más.

* Mi querido Profesor *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora