Parte 4

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Espero estar haciendo un buen trabajo.

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Risotto Nero.

Sonido de agua, la brisa fresca del mar. La suavidad de la arena, lo brillante del sol, lo hermoso de la naturaleza.
Cuán hermoso era el paisaje del hogar donde vivía, de la playa, de las pequeñas lagunas. El hombre de cabellos blancos solo suspiró.

Su nombre, solo sabían que era Nero Risotto, nada más, hombre, actualmente mayor de sus treinta, a veces le salía algo de barba pero el se la retiraba la mayor parte del tiempo, no quería intimidar a nadie pues con simplemente verlo a los ojos bastaba a cualquiera para ser asustado, además de su presencia.

Rojos, por alguna razón que nadie supiera explicar, ni los mismos doctores del pequeño pueblo, sabían porque sus ojos eran así. Más nunca le afectó en la vista, veía a la perfección, no, más que perfecto le dijo alguien. Un hombre a quien nunca atemorizo, Bucciarati y al hijo de éste, le dijo algo que jamás creyó que escucharía en su vida entera.

“Me gustan tus ojos, son lo opuesto a los míos" hablo con ingenuidad, un niño de quizás unos cinco años, en aquel entonces, cuando el tenía mas del doble de su edad.

“Gracias, los tuyos son muy azules" le sonrió al infante, tocándole el pelo. Era la primer persona que no huía de él, además del padre del muchacho.

“¿Quieres ir a pescar con nosotros?” le respondió con otra pregunta “Le dije a papá  que eres muy grande y fuerte y que podrías cargar muchos, muchos pescados" confesó el niño, haciendo a Nero lucir asombrado.

Bueno, no tan así" contesto el padre sonriente, y el adulto cruzó su mirada con la de él. “Pero quería consultar si aún no trabajas con nadie, que lo hagas con nosotros… como pescador" fue parte de aquella plática, y aunque pensó que era una mala broma.

Fue todo lo contrario, cuando le vio, que aquel hombre hablaba más serio que nadie en el mundo.

“Mi nombre es Bruno Bucciarati” se presentó el infante, sacándolo de su trance, al ver que no le contestaba a su padre “Si sabes mi nombre, seguro ya no te dará miedo ir con nosotros a pescar" le dijo, y solo hizo sonreír al chico pálido.
“Muchas gracias, joven Bucciarati” habló, sin dejar de ver al menor con la sonrisa al rostro “Mi nombre es Risotto Nero, y me encantaría ir a pescar con ustedes"


Caminaron, en silencio, tranquilos y totalmente relajados. La cena sin duda había estado deliciosa y Bruno tuvo el atrevimiento de ir con Risotto hasta su casa, rara vez lo hacía y le encantaba ahora que su padre no le podía decir que no.

Uno cargaba víveres, el otro iba con una bolsa de comida. En lugar de caminar hacia alguna casa del pueblo, se alejaban de ella. Iban a una parte del bosque, donde aquel hombre tenía su pequeño hogar, un sitio donde nadie le iba a visitar, donde nadie le iba a molestar, donde a nadie iba a intimidar.

-¿En que piensas?- pregunto Risotto, intentando entablar una conversación con el menor. Apenas reaccionó con una sonrisa

-Eh, nada en especial- mintió, recordaba lo que había pasado en la playa, pero al ver a Risotto, lo miraba en una forma, peculiar. -¿Y tu?- curioseo
Risotto, soltó un suspiro y veían su casa ya muy cerca.

-Nada en especial, solo… - hizo una pausa, Bruno le vio inquieto -Recordaba aquella vez, en que nos conocimos- confesó con nostalgia. Y habían llegado a casa.

-Fuiste la primer persona que… no se asusto-

Y porque tendría que haberme asustado- contesto Bruno de forma simpática -Papá, siempre me habló de ti, me decía que tenías unos ojos como los míos, que eras fuerte, muy valiente, tan valiente que por eso tus ojos son así- recordó las palabras de su padre, Risotto río.

-Eso nunca me lo dijiste-

-Tu nunca lo preguntaste- respondió Bruno a la defensiva, encogiéndose de hombros -Igual tenía razón, sin ti no tendríamos trabajo-

-Al contrario joven Bucciarati- contesto Risotto, al pie de la puerta -Sin ustedes, yo no tendría nada- confeso

-No digas eso, siempre nos tendrás a mi padre y a mi- hablo Bruno con tal seriedad, y Risotto apenas callo y asintió

-Muchas gracias- hablo en un tono de despedida, y Bruno reacciono. Era muy noche, quizás, debía de volver a casa.

-Que descanses Risotto- se despidió Bruno, dejando las cosas al interior, tan pronto Risotto había abierto la puerta, ambos habían prometido a su padre que solo le ayudaría a cargar las cosas y volvería a casa.

-Hasta mañana- contesto Risotto, y el joven se disponía a caminar a prisa de vuelta a casa -Oh, joven Bucciarati- hablo de repente y detuvo su camino -Si piensa seguir nadando, quizás podría aprovechar alguna de las lagunas- dijo de sorpresa, Bruno se sintió confundido.

》No muy lejos de aquí, hay una laguna- se explicó el mayor, señalando una dirección -Si quiere seguir nadando, podría ir ahí… mañana se la podría mostrar sin problema, igual conecta con la playa pero sus aguas son más tranquilas- le dijo, y Bruno al escuchar que conectaba con el mar.

Pensó en alguien: Leone.

-Claro, mañana no trabajamos- recordó, y pensó que sería bueno primero conocer aquel lugar -Nos vemos entonces- dijo Bruno sonriente, y Risotto asintió

-Descanse joven Bucciarati- alzo la mano en señal de despedida, Bruno se marchó. De nuevo volvió a casa deprisa y con cautela, no pudo evitarlo otra vez, en aquel Acompañante, si el lugar que decía Risotto era privado, estaba b perfecto para lo dos.

Ya solo deseo de nuevo una cosa, el atardecer para volverlo a ver.

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Sea (AbbacchioxBruno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora