Capítulo 40: Eres el amor de mi vida.

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—De ninguna manera Kiley, deja que yo me encargue de esto —gruño mi padre negando con la cabeza.

—Yo le digo lo mismo —dijo Harry apoyando a mi padre.

—Pero que bellos ¿Los dos contra a mí? —pregunto haciéndome la indignada. Pero era que me sentía alagada de que se preocuparan por mí. Nadie, que yo me diera cuenta, se había preocupado por mi antes. Se sentía tan bien. Estábamos sentados en la mesa de la cocina.

—Es muy peligroso —dijo mi padre.

—Me alaga que se preocupen, pero no cambiare de opinión. Me cito a mí, y no permitiré que les haga daño por mí.

—Kiley ¿ya planeaste bien eso? No lo creo. Déjame que yo lo planee, unos hombres por el perímetro… —murmuro mi padre rascándose la nuca. Casi podía ver como los enjambres de su cabeza se movían.

—Kiley, tu padre tiene razón en eso. Necesitamos planearlo todo muy bien.

—Mire, escuchen, los dos —exijo mirándolos seria— la que se encontrara con Daniel seria yo, si quieren pueden estar por el perímetro pero no interferirán con lo que esté pasando entre Daniel y yo.

—Si ese imbécil te toca aunque sea un pelo yo lo mato —dijo Harry.

—Y yo —concordó mi padre. Respiro hondo. Ay que hacer algo para que esta gente se quedara tranquila.

—Haber chicos, que les parece si… papa —digo apuntando con el dedo— llevas a tus chicos, como sea, pero alrededor y escondidos y claro, quiero que lleguen a las 12:30 de la medianoche.

—No creo —intervino Harry— la reunión es a las 12 am, así que creo que deberían estar antes.

—No llegare antes a la cita, a las 12 am estaré allí —dijo mi padre— en media hora puede pasar cualquier cosa.

—Dios mío —gimo— sapo —acuso a Harry. Harry me saco el dedo y luego miro culpable a mi padre. Mi padre solo sonrió de lado. Beso a Harry en la mejilla y coloco mi cabeza en su hombro.

—Haremos esto —dijo mi padre— ¿es en el estacionamiento, cierto? Me imagino que cortara las cámaras de seguridad. Tu colocaras a tus… Dios mío, no puedo creer esto todavía… tus Teenpuld, en la entrada del estacionamiento, escondidos. Yo pondré a mis hombres en los alrededores del estacionamiento, entre los carros. Cuando veamos un movimiento raro de Daniel… actuaremos, todos —dijo mi padre.

—Ahora hasta siento lastima de Daniel —digo riendo. Era mentira, se lo tenía bien merecido. Por imbécil e hijo de puta.

—Yo no —gruño Harry.

—Yo menos, era una broma —digo negando con la cabeza.

*****

—Te hice la cena —dijo Harry entrando en la oficina. Bostezo cansada y me restriego los ojos. Mi padre se había ido hace unas horas y yo de inmediato me había metido de lleno en la oficina. Necesito dejar todo listo por si mañana no sobrevivía. No era de las que se fiaba de todo. Siempre hay algo que podía salir mal, por más pequeño que sea. Ese algo, podía ser mortal.

— ¿La cena? —pregunto confundida. ¿Ya se había hecho de noche tan rápido?

—Linda, llevas horas aquí… ya son las 8 y necesitas comer —dijo Harry entregándome el plato. Una tortilla. Harry no era el mejor cocinero pero se esforzaba. Las tortillas era lo que mejor le salía.

—Gracias mi amor —agradezco. Pico un poco y me lo llevo a la boca. No estaba tan mala, estaba bueno. Harry había alejado los papeles para poder poner el plato, porque si no, muerte total si todo se dañaba. Tomo un poco de jugo que Harry me había traído y levando la mirada extrañada por el silencio. Harry me miraba como si me hubiera salido dos cabezas— ¿Qué?

No Sueltes la pistola [SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora