2.Pato, conejo y reencuentro.

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Pico a la puerta y aparece tras ella, una chica rubia, oxigenada y con una ropa muy minúscula. Si es que el presentimiento que tenía, sabía yo que muy bueno no era.

-¿Y tú eres?-dice con voz chillona una chica alta, más que yo, y algo irritable.

-Sam Holt, ¿tú?-le doy una mirada rápida a su vestimenta, trozos de trapo pegados por su cuerpo.

-Hannah Scott, la líder de esta hermandad, supongo que tú eres la nueva.-me mira por encima del hombro.

-Sí.-digo seca.

-Pasa.-sonríe con falsedad.

Paso dentro, y veo todo lo que no quería ver, rosa y más rosa.

-¿Que tienen con el rosa?
- ¿¡Que tienes tú con el rosa!?-dice mi consciencia.

-Ellas son Britney, Amanda...-comienza a nombrar cada una de las chicas, por orden.-Ella es Samantha.

-Sam.-vuelvo a corregir por enésima vez.

-Tu habitación es esa.-señala hacia arriba.-La segunda.

-Gracias.

Subo y entro en mi habitación, ¡no es rosa! ¡No es rosa! Tan solo es de color blanco, ¡que viva el blanco!

-Hey-me saluda una chica sentada en forma de indio encima de la cama.

-¿Y tú eres?

-Amy, Amy Hood, tu nueva compañera de habitación.

-Sam Holt.-extiendo mi mano para saludarla y ella la acepta.-¿Color?-pregunto sin más, además de rezar para que no diga el rosa.

-Azul

-¿Odio a las oxigenadas?

-Totalmente.-ríe.

-¡Eres de las mías!

Le abrazo y ella me corresponde, una no loca en esta hermandad, menos mal, no quería volverme loca.

-¿Porque estas en esta hermandad?

-Mi madre-bufo-Ella estudió en esta universidad, y en esta misma hermandad, en Gamma Kappa, ¿y tú?

-Tal que lo mismo, la mayoría de las chicas por no decir todas, están todas aquí por lo mismo, ya sabes, generaciones y ese rollo.

Seguimos conversando, hasta que se nos hace tarde. Bajamos a cenar y luego nos vamos a dormir, no quiero ver más caras oxigenadas por hoy. Ya he tenido suficiente a la hora de la cena y apenas he estado con ellas cinco minutos. Cada una está con sus grupos y tan solo es el primer día de Universidad.

A la mañana siguiente, mi despertador suena. Abro los ojos, pero me cuesta levantar mi querido cuerpo de la cama. Después de estar torturándome, para levantarme, me levanto y me preparo mi ropa. Cojo una toalla, y salgo al pasillo para ir al baño. Al salir, me encuentro con una fila de oxigenadas para entrar al baño, esto es un broma ¿cierto? En mi casa no había nadie a esta hora y aquí está todo el pasillo lleno de rubias y morenas con trapos cortos sobre sus cuerpos y bien peinadas aunque estén recién levantadas, yo en cambio tengo un pijama más largo que los camisones que la señoras mayores y los pelos como una loca, parece que haya metido los dedos en el enchufe.

-¿Esto es para el baño?- le pregunto a una chica como si estuviese en la cola de la fruta en el supermercado.

-Sí-responde con voz de pito. Todas igual, no se libra ni una.

-Oh vaya.-digo con la boca cerrada.

¿Enserio debo esperar toda esta cola? Já.

-¡Oh dios mío! ¡Menudos tíos más buenos hay aquí afuera!-digo con voz chillona.-¡Además están haciendo pesas y con las camisas llenas de sudor! ¡Es adorable!

Todas corren a la ventana, inútiles. Aprovecho y entro rápido al baño, no hay nadie ahora.
Al entrar, echo la llave, por si acaso. Me ducho con mi pato, mi patito de goma, que en verdad no es mío, estaba en una de las estanterías del baño, pero ahora es mío. Al acabar
salgo de la ducha, enrollo mi toalla blanca a mi cuerpo y procedo a abrir la puerta, no hay ni rastro de las oxigenadas ¿dónde están? Bah, da igual.

Voy a mi habitación para poderme vestir. Entro y no está mi ropa donde yo la deje ¿Dónde está mi ropa? Voy a mi armario y no hay nada de ropa. Dime que no has sido tu Hannah.

-¿Cómo mierdas llego a la Universidad?
-¡Samantha tu boca!

No, dime que no debo salir así por toda la Universidad. Adiós mi querida dignidad.
Me pongo mis zapatillas de conejo, me enrollo bien la toalla y salgo de la hermandad. Te quise demasiado dignidad.

Todo el mundo me mira y comienza a reírse, yo los ignoro y continuo andando hasta la Universidad ¿Qué les hace tanta gracia? ¿Qué vaya con toalla, con zapatillas de andar por
casa de conejo y con los pelos como Cruella de Vil? Es lo más normal que lleva una chica que empieza la Universidad y además en su primer día de clases ¿qué mejor comienzo que este? Y lo mejor de esto ¿qué mejor que te vayan a conocer como la chica que iba por el campus con toalla?

Al llegar a la Universidad, todas las miradas de los universitarios está puesta en mí como en los últimos minutos. Ya he perdido toda mi dignidad ¿Qué más da perder más tiempo?

Busco a Hannah con la mirada, pero no la veo ¿dónde estás, querida Hannah? Hay una chica apoyada en la pared junto a la puerta principal de esta así que me acerco a ella.

-Tú-le digo a una chica que no para de reírse.-¿Has visto a Hannah?

-Está en el comedor.

-Gracias.-digo mientras abro la puerta.

Entro decidida a la Universidad, sin importarme las miradas y los profesores. Voy al comedor, y busco con la mirada a Hannah. La localizo, en una mesa del final. Supongo que
es la zona de populares. Me acerco a ella, y contengo las ganas de cogerle por el pelo y arrastrarla de punta a punta por toda la Universidad.

-Dame mi ropa, por favor.-digo intentando ser amable. Todas las miradas se posan en mí
por consecutiva vez en las primeras horas del día.

-¿De qué estás hablando?

-Dame mi ropa, Hannah.-repito.

-Yo no tengo ninguna ropa tuya.-dice con su odiosa voz.

-¡Hannah Scott, dame mi ropa de inmediato!-elevo la voz un poco más de lo normal. Las ganas de estirarle del pelo vuelven.

-¿O si no que?-ríe.

-Te quitaré cada una de sus asquerosas extensiones, rubia oxigenada.

-No te atreves.

¿Quién se atreve a decirle a un Holt que no se atreve? Mal vas a quedar oxigenada.

Mi plan de pasar desapercibida, va a ser imposible, si hemos empezado con esto, acabemos con esto.
Me da igual ir en toalla, así que sin más me tiro sobre ella. Si, recibo
patadas y puñetazos de parte de ella, pero juro que las mías son más fuertes.

-¡Sam!-grita una voz masculina lejana.

Esa voz... Cada vez la escucho más cerca de mí. Pero aun así, sigo peleado con Hannah pero, todo acaba cuando que me cogen por la cintura, y me separan de ella.

-Ya vale, Sam.-noto su aliento en mi nuca.

-¡Déjame arrancarle los pelos!

-Ya está bien.-dice con voz suave.

-Ojalá se te haya roto una uña.-le digo a Hannah.

La persona que me tiene cogida por la cintura, me saca de la cafetería. Cuando estamos fuera, me suelta y me giro. Te echaba tanto de menos...





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Nos vemos en el próximo capitulo!!!

¿En una fraternidad con playboys? [En proceso] #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora