Capítulo 11

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- Yo no quería venir- me quejé, arreglando la jardinera por décima vez en el tiempo que llevábamos fuera de casa.

- Pero no te iba a dejar sola, ahora colócate tu abrigo- dijo Reo tirándome mi abrigo.

Me lo coloqué, gruñendo y seguimos nuestro camino. ¿Dónde íbamos? A casa de Seijuro porque había invitado a los de básquet y yo iba porque Reo me tenía que cuidar todo el día.

- Hola senpais- saludé al resto de los chicos antes de bostezar.

-¿La pequeña Hanan tiene sueño?- asentí ante la pregunta de Kotaro.

- Los vecinos tuvieron fiesta y yo no pude conciliar el sueño- me quejé y  Kotaro me despeinó.

- Probablemente tengas energía al discutir con Sei-chan- dijo Reo y yo lo miré feo.

Continuamos el camino todos juntos hasta el hogar del chico, siendo esperados por él en el portón.

- Vamos a dar una vuelta antes de entrar a casa, no quiero dejar un desastre antes de cualquier otra cosa- admitió y yo gruñí-. Ya vas a poder dormir Hanan-chan.

Literalmente, todo el mini recorrido estuve aferrada a mi hermano para no caer. Llegamos al establo que tenía y morí de ternura al ver a mi amigo con un caballo blanco.

- Es bonito- dije sin pensarlo, pues yo le temo a los caballos por algo re estúpido. Pero mientras no me dijeran nada sobre subirme a un caballo todo bien.

- ¿Cierto? Yukimaru está bien cuidado- acarició la crin de su caballo y me miró-. ¿Y si vamos a dar una vuelta? Creo que son caballos suficientes para todos.

- Vayan ustedes, yo los espero por ahí- dije y Reo suspiro.

- Pensé que lo habías superado ya- se quejó y yo lo miré feo-. Le teme a los caballos porque a los cuatro años, cabalgando con papá, este no la sujeto bien y se cayó.

- Pero si cualquiera se cae- dijo Nebuya.

- Se dislocó la rodilla al caer mal y como perdió el equilibrio se cayó hacia el lado sobre una piedra. 3 costillas de una- continuó mi hermano y todos hicieron una mueca de dolor.

- Pero es que, ¿cómo tan mala suerte?- preguntó Seijuro, mientras se aguantaba la risa-. Deberías haberlo superado ya.

- De hecho no hemos vuelto a ir al mismo lugar como familia desde el accidente- señaló Reo-. Por eso no lo ha superado.

Akashi suspiro y le dijo a los otros que de todas formas harían el paseo, así que los esperé afuera y los vi saliendo a todos luego de 15 minutos. El que se veía más feliz era Kotaro, si que tiene energía ese Senpai.

- Ven Hanan- dijo mi amigo y yo me acerque sin dudarlo-. Debes superar tu miedo.

Comencé a negar repetidas veces pero él me sujeto del brazo y me jaló hacia él, para abrazarme.

- No te dejaré caer - me dijo-. Así que tranquila, estarás bien.

Luego recordé un mini argumento que me podría salvar.

- Estoy usando falda, no se puede.

- Y estás usando calzas- señaló mi hermano-. Así que súbela obligada si es lo que hace falta Sei-chan.

Este idiota le hizo caso al que creo que es mi hermano y me tomó en brazos sin ningún problema para subirme al caballo. Luego se subió él y me sonrió.

- No te vas a caer y si te mantienes quieta, no se te verá nada-. Señaló y yo fruncí el ceño-. Confía en mí.

Me costó un poco, pero disfrute el paseo y realmente confíe en aquel chico con el que me pasaba golpeando por tonteras en recreos. Realmente fue agradable.

- ¿Estas más tranquila ahora?- preguntó demasiado cerca de mi oreja, logrando que me sobresaltara-. ¿Te asusté?

- Un poco, me tomaste por sorpresa, nada más- admití-. Estaba pensando en algo.

- ¿En qué?- que salió curioso.

- ¿Qué te importa?- respondí y ambos reímos.

- Hubiera dejado que Furihata te hubiera molestado- dijo y yo fruncí el ceño.

- ¡Oye! Eres malo- me quejé como niña pequeña.

- Es broma, jamás dejaría que alguien te hiciera daño siendo yo tu amigo- beso mi nuca y sonreí.

El paseo no duró demasiado, y él me ayudó a bajar. Luego nos guió hasta su casa donde conversaron un poco de todo.

Mientras ellos hablaban, yo me apoye en el hombro de mi amigo y solo cerré mis ojos mientras me hacía cariño en el cabello.

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Akashi se percató de que su amiga respiraba de forma calmada y la observó: se había dormido. Parecía una niña inocente, que ninguna palabra mala salía de esa adorable y dulce boquita que tenía.

Dulce, si, sus labios eran dulces. Lo recordaba del pequeño instante en que la ayudó para que Furihata se alejara. Se quitó un cuidado y la tomó en brazos.

- No puedo dejar que duerma acá, la iré a dejar a mi habitación, para que descanse mejor- avisó mientras la sujetaba con firmeza.

Era liviana, pero no quería dejarla caer. Camino con cuidado de no despertarla hasta su habitación, donde la deposito entre las sábanas y la cubrió, continuó acariciando sus mejillas hasta que se acomodó y fue hacia el mismo lado que el siempre lo hacía, lo que lo hizo sonreír.

- No permitiré que nadie te haga daño, ni yo mismo. Lo juro Hanan- murmuró y luego besó su frente antes de retirarse para dejarla descansar.

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Sentí algo de ruido y abrí lentamente los ojos.

- Buenas noches dormilona, ¿descansaste lo suficiente?- asentí- Me alegro, vamos, Reo te está esperando para irse.

Él me guió hasta el salón, donde mi hermano me estaba esperando. Me coloqué mi abrigo y me despedí de Seijuro con un abrazo.

- Te quiero Hanan-chan, avísame cuando lleguen- pidió y beso mi frente una vez más en el día.

- Yo también te quiero, baboso.

Cartas para un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora