Había pasado por simple casualidad el conocer a su querida "Naranjita" como ella lo llamaba. Cuando lo conoció pensó que sería un día completamente normal como cualquier otro, había planeado salir con sus padres hace semanas y finalmente se le había dado la oportunidad.
Se había puesto un lindo vestido azul oscuro con algunas flores rosadas, le llegaba por debajo de los muslos, pero por si acaso se había puesto unos shorts de tela debajo, también se había puesto unos zapatos negros de tacón que para su suerte le permitían correr por si algún "accidente" ocurría.
Caminaba tranquilamente con sus padres cuando alguien choco contra ella desde atrás, tirándola al suelo bruscamente, por suerte, no resulto herida.
—¡Perdone, signorina!
Sol abrió los ojos y observo a un joven pelinegro que le tendía la mano, sus ojos morados reflejaban preocupación. No podía negar que era atractivo, y parecía tener su misma edad. Poniendo sus pensamientos de lado, esta tomo delicadamente su mano.
—Eh...Gracias.
—¿No esta herida, verdad?
—No, no. Todo esta bien —Dijo Sol tímidamente en respuesta.
Sol volteo hacia un lado para evitar la mirada del joven, pero se encontró con que sus padres la miraban, bueno, en realidad su madre la miraba con alegría mientras que su padre observaba al joven con enojo y celos.
—¿Como se llama, signorina?
—Soy Soledad, pero solo dime Sol o Sole.
—Soy Narancia...Dime Narancia.
Sol soltó una agradable risa ante su comentario, que hizo que los hombros de Narancia se relajaran visiblemente, no entablaba conversaciones con chicas muy a menudo, pues solo hablaba con Trish, que resultaba ser la única mujer en su vida, día a día.
—¿Quieres caminar un rato? Te debo una por chocar contigo.
Sol volteo dudosa hacía sus padres, su madre asintió frenéticamente mientras que su padre tenía muy mala cara, pero su mujer lo arrastro lejos de su hija y su "futuro yerno".
—Esta bien.
Sin más, empezaron a caminar, al principio fue incomodo ya que ninguno sabía que decir, pero poco a poco se fue armando una conversación llena de incredulidad y risas. Fue entonces cuando Narancia descubrió que se había enamorado de la risa de Sol, le parecía hermosa, como si fuera en realidad un ángel riéndose.
Luego de unas horas terminaron por comprarse helados y sentarse en un parque para comer con tranquilidad, se sentaron en un banco que quedaba bajo un árbol que los cubría con su sombra.
Pero para mala suerte de ambos terminaron por hablar de su vida, y al terminar de contar su historia, Narancia se quedo en silencio, observando el suelo, Sol sabía como se sentía, y sintiéndose responsable, decidió tratar de animarlo. Se levanto del banco, se coloco frente a Narancia y tiro de su mano.
—¡Vamos, Narancia! ¡Vamos a jugar al "Las Traes"!
Casi enseguida, el joven se recompuso, pero no fue lo suficientemente rápido para poder iniciar el juego, por que Sol ya lo había iniciado, tocando la mejilla de Narancia y diciendo: "las traes" para luego salir corriendo. Al activarse de nuevo sus sentidos, salio corriendo tras la morena.