La mayor Lena caminaba por los pasillos de las instalaciones. Cuando estaba cerca de llegar a una esquina, una persona se atravesó en el camino.
—Mayor Degurechaff, que gusto verla. —Dijo la mayor Lena, realmente complacida de verla.
—Lo mismo digo, Mayor Romanov. —Respondió la pequeña rubia.
—Ya te dije que puedes llamarme Lena, Degurechaff. —Dijo la castaña con una sonrisa mientras ponía una mano en su cadera.
La rubia miró a la castaña.
Desde que la conocía, la castaña le había tenido un cariño y apego sorprendente. Al principio pensó que era por su apariencia y por ser una pequeña, pero la castaña le había aclarado que no era eso. Su respuesta la había dejado sorprendida.
"—Es algo incomprensible. Simplemente me siento atraída por ti. Ademas, eres diferente...y eso me gusta."
Desde ese entonces estudiaba a la castaña. Notó que era bastante reservada en algunas situaciones que tenían que ver con hombres. Y si era necesario, ella se comportaría como uno para que no la subestimasen ni se burlasen.
Hubo un momento donde considero de que Lena era lesbiana, ya que esta era muy reacia a que los hombres la tocaran y no prestaba atención a los coqueteos. Pero con las mujeres era muy descarada.
Algunas cabos mujeres que eran parecidas a ella solían coquetear con ella en broma o incluso tocarle los senos. Pero Lena les seguía la corriente y se reía a carcajadas.
Pero por alguna razón, la castaña le agradaba.
"—Es normal. Después de todo sigo siendo un hombre." Pensó.
Tras descubrir aquello, la pequeña rubia se había vuelto algo celosa con respecto a Lena. Robaba su atención y fulminaba con la mirada a los hombres que se le acercaban a la castaña en su presencia.
Sabía que la morena tenía cierta debilidad por los niños y pudo sacarle provecho. Ya que cuando estaba a solas con ella, se comportaba como cualquier otra niña de doce años. Lena con todo gusto la consentía y mimaba.
Hubo un momento en que Tanya la vio como una madre o una hermana mayor.
Lo mismo era con Lena.
La castaña veía a la rubia como una hermanita menor a la que proteger. Ya que su hermana menor biológica parecía no quererla demasiado.
—¿Quieres ir a comer algo? —Preguntó Lena melosamente, interrumpiendo sus pensamientos.
—Me gustaría ir a tomar un café. —Respondió la pequeña.
—¡Entonces vamos!
Lo último que se vio fue como ambas salían de las instalaciones, extasiadas.