Rossie se hallaba en la habitación de Harry, leyendo un libro de herbología con total atención. Llevaba tiempo en la habitación, pero ya era habitual encontrarla allí, después de todo, era casi como la hermana del chico Potter.
No paso mucho para que el ya nombrado entrara exhausto en la habitación.
La castaña inmediatamente cerro el libro y observo al castaño para brindarle una sonrisa.
—Hola, Harry —saludo alegremente.
Esto lo decía mientras dejaba el libro debajo de la almohada.
—¿Que pasa?
La de ojos café palmeo el lugar frente a ella.
El de lentes, sin decir nada, se dejo caer frente a ella.
—Te ves exhausto. ¿Has tenido pesadillas?
—No, es solo que el entrenamiento de Quidditch son cada vez más agotadores.
La castaña sonrío, dejando escapar un suspiro por sus fosas nasales, sin esperar más, abrió sus brazos.
El de lentes se puso de espaldas a ellas y se recostó en su cuerpo. Rossie paso sus manos por la cintura de Harry.
—¿Ya hiciste las tareas que manda McGonagall? —preguntó el ojiverde.
—No quiero hacer la tarea —se quejo ella infantilmente.
Harry rió.