Aún se preguntaba en que momento se había aliado con un Belmont y una oradora para encontrar a Alucard, su hermano.
Conocido localmente como "El Soldado Durmiente".
Hace poco se había enterado de la leyenda del soldado durmiente, que junto a un Belmont, una erudita de la magia, y una mestiza, emprenderían una travesía para eliminar a Dracula. Le sorprendió saber que tenía un destino escrito.
Pero no le importaba en lo absoluto, al menos no por el momento. Lo único que le importaba era encontrarse con su hermano, pero era mejor tener un perfil bajo hasta entonces.
Llevaba una camisa que dejaba sus hombros descubiertos, un corsee no tan apretado, unos pantalones de cuero, una botas por debajo de la rodillas y una capa que la cubría de pies a cabeza, por esta misma razón la gente la había confundido con un alma en pena o incluso con la propia muerte, vagando, esperando a guiar a su próxima victima al otro lado.
A pesar de ser una mestiza, se llevaba muy bien con el Belmont, y este no tenía mucho derecho a recalcar ya que esta le había salvado el trasero mas de una vez.
Tampoco era momento a quejarse, después de todo estaban deteniendo un ataque del ejercito infernal de Dracula.
No era muy difícil para ella luchar contra los demonios de su padre, pues debido a su gran fuerza, ninguno de ellos era un digno oponente para ella, con tan solo un golpe estos se convertían en cesos desparramados por el suelo, y de casualidad, también tenia un látigo.
Esa fue la primera razón por la cual Belmont comenzó a adorarla.
Cuando había terminado con todos, volvió su mirada hacia Trevor y Sypha, los cuales estaban frente a un demonio atravesado por picos de hielo.
—¡Hay todo un ejercito de nosotros! ¡Un ejercito infernal!
Y con un latigazo en el hocico por parte de Trevor, el demonio exploto, y como consecuencia del hielo, el suelo debajo de los tres comenzó a derrumbarse.
—¡No se volar!
Fue lo único que escapo de la boca de Lizbeth antes de caer en la oscuridad junto con Trevor y Sypha.
***
Por lo que parecía, habían aterrizado en un tipo de catacumbas o algo parecido, que tenía trampas y maquinas diseñadas para proteger o resguardar algo, a Lizzy le alegraba que Alucard tuviera protección mientras ella no estaba presente.
Sin dificultad paso por las trampas bajo la incrédulas miradas de sus dos acompañantes.
Gracias a Lizbeth, los tres pudieron llegar sin demora al lugar de descanso sel soldado durmiente, en el fondo muy feliz por poder ver nuevamente a Alucard, había pasado solo un año desde que se separaron y aún así, cada segundo sin su hermano era una tortura para Lizzy.
Caminaron juntos lo que restaba del camino, hasta que Trevor piso un "botón" que estaba en el suelo.
—Fue sin querer —Se defendió mientras miraba hacia Sypha, que lo mataba con la mirada.
El botón resultaba activar el ataúd de Alucard que se abrió y dejo salir al rubio, sin camisa, exponiendo la cicatriz hecha por su padre.