Un nuevo padre significaba una nueva familia, una nueva familia significaba una nueva vida, y una nueva vida significaba cambiar.
Pero jamás se imagino que tendría que mudarse.
Ahora vivía en Morioh.
Se había mudado hacía solo 5 días, y ya tenía que empezar la escuela. En esos cinco días no había salido de casa debido al miedo y a los nervios, ella era tímida así que no era muy sociable, si había invitados no hablaba si no se lo pedía, una niña perfecta decían muchos.
Yumeko se miró en el espejo, no le gustaba su uniforme, odiaba las faldas. En su antiguo instituto, las chicas iban con pantalón (claro que no todas, pero la mayoría lo hacía) así que era nuevo para ella usar uniforme con falda ya que siempre lo había detestado, ya que cuando era niña, sus compañeros le subían la falda, haciéndola llorar.
La castaña suspiró y acomodo su corto cabello antes de salir de su habitación, bajar las escaleras y finalmente salir por la puerta. El cálido clima la recibió de muy buen humor, eso le quito un poco el nerviosismo, inhalo el fresco aire de Morioh, relajándose en el acto.
Sin perder más tiempo, se dirigió lentamente hacia su escuela, su madre ya le había indicado como llegar, aún así tenía miedo de perderse. Casi al instante, miles de pensamientos bochornosos y negativos llenaron su cabeza.
Justo cuando iba perdida en sus pensamientos, escucho una voz algo conocida.
—¡Yumeko-chan!
La nombrada volteo algo sorprendida, quien gritaba era la Señora Higashitaka, quien había ido a presentarse el primer día de mudanza, desde el primer momento que te vio pareció adorarte, según sabias, tenía un hijo, pero no estaba con ella el día de la visita.
—S-señora Higashitaka, que gusto verla —La saludo con nerviosismo la castaña mientras se acercaba.
—Puedes llamarme Tomoko, linda —Dijo amablemente la mujer.
—E-esta bien —Respondió Yumeko tímidamente.
—¿Vas a la escuela ya? —Pregunto animada mente la mujer.
La castaña asintió.
—Haré que mi hijo te acompañe.
Antes de poder decir algo, Tomoko empezó a gritarle a su hijo.
—¡Josuke, apúrate! ¡Debes acompañar a Yumeko a la escuela! —La nombrada estaba roja hasta las orejas.
A los pocos segundos, la castaña pudo ver al hijo de Tomoko caminar hacia su madre, llevaba el uniforme de la escuela y tenía el cabello en popa, cosa que siempre le había resultado lindo y atractivo a Yumeko, que con tan solo verlo sintió que se iba a desmayar.
—Ya voy, diablos. ¿Y quien rayos en Yume-?
Josuke calló al ver a la hermosa castaña parado frente a el, con las mejillas encendidas y con una mirada chispeante y tímida.
—Yumeko, te presentó a mi hijo, Josuke —Los presentó la madre del azabache— Josuke, esta es Yumeko, es la hija de la nueva vecina.
—U-un gusto, soy Yumeko Fujioka —Se presentó tímidamente.
El azabache seguía observándola, embobado. Nunca había visto a una chica tan hermosa en su vida, pero al notar que la chica lo observaba preocupado, volvió al mundo real.
—S-soy Josuke Higashikata, es un placer.
Este le regalo una hermosa sonrisa, que hizo que el corazón de Yumeko diera un saltó y se pusiera aún mas roja.
—Bien, ya deben irse —Comentó la señora Higashikata algo divertida al verlos.
—¡Si! ¡Vamos!
Sin darse cuenta, el azabache tomó la mano de Yumeko y se apresuro a llegar a la escuela, pero fue detenido por su amigo, Okuyasu.
—¡Eh, Josuke!
Josuke se detuvo a ver a su amigo, aún sin percatarse de que tomaba la mano de la chica.
—Okuyasu —Dijo a modo de saludo.
—¡Vaya! No me dijiste que tenías novia —Comentó sorprendido su amigo.
Este algo confundido volteo hacia la castaña y luego miro sus manos entrelazadas, a los segundos, el rostro de Josuke estaba tan rojo como el de Yumeko.
—¡L-lo siento mucho! —Se disculpo avergonzado, mientras soltaba su mano.
—N-no pasa nada —Respondió por lo bajo la tímida Yumeko.
—Oye, no te conozco —Comentó el de la cicatriz en el rostro mientras la miraba de arriba a bajo.
—Soy Yumeko Fujioka, y soy nueva en Morioh.
—Y mi madre me pidió que la acompañara a la escuela.
—¡Oh, ya entiendo! ¡Soy Okuyasu Nijimura!
—Un gusto.
Sin más retraso, los tres caminaron hacia la escuela, pero sobre todo, quienes hablaban eran Josuke y Okuyasu que caminaban juntos mientras que Yumeko caminaba detrás de ellos. Josuke al notar esto se volteo.
—¡No seas tímida, ven!
Con lentitud se acerco a ambos y se coloco en medio de ellos mientras estos seguían su conversación, hasta que ambos chicos decidieron saber un poco más sobre la chica nueva de Morioh.
—Y...¿De donde vienes? —Pregunto Josuke mientras se rascaba la nuca.
—Del extranjero —Contesto sin dejar de mirar al frente.
—¡Cool! —Chillo el del copete.
—Si...Cool...—Ella respondió sin ánimos.
Josuke notó esto, pero lo dejo pasar y le hizo más preguntas, y poco a poco ella se fue abriendo, mostrando su personalidad ruidosa, perezosa y ciertamente demente. Su risa paso de ser tímida y delicada a ser sonora e incluso aterradora, su timidez paso a ser alegría, sus nervios en locura, ella era una persona totalmente distinta.
Ambos muchachos observaron sorprendidos el cambio absoluto en la joven Yumeko, a la que parecía no importarle que la mirasen de tal forma, solo quería ser lo más feliz que pudiera antes de que sus malos días volvieran otra vez.
Sin que ningún se diera cuenta, ya estaban frente a la escuela, y por lo que parecía, Yumeko había vuelto a su estado original.
—Carajo, estoy nerviosa.
—Tranquila, todo estará bien —Yumeko lo miró a los ojos unos segundos y suspiró.
Y sin atrasarlo más, los tres ingresaron.