La joven castaña se hallaba leyendo atentamente un libro sobre criaturas mágicas que existían y eran conocidas hasta el momento, cuando alguien toco la puerta.
Poniéndose alerta, la castaña se levanto de su silla y se acerco a la puerta mientras que detrás de su espalda, escondía un cuchillo que desde siempre llevaba con ella. Tiempo atrás, había tenido que usarlo cuando intentaron atacarla en su propia residencia.
Con lentitud abrió la puerta y se encontró con un par de ojos conocidos.
—Oh por Dios, Gandalf. No vuelvas a asustarme así.
Sin rodeos, la castaña abrió la puerta, dejando ver se a si misma con el cuchillo en la otra mano. Sin hacer caso a esto, el mayor entro.
Cerrando la puerta, la castaña lo miro.
—¿Pasa algo?
—¿Tiene que pasar algo para que venga a visitar a mi nieta?
Rossie río.
—¿Que quieres tomar?
—Té de Jazmín si es posible.
—Enseguida.
La de ojos café se metió en la cocina y comenzó a preparar el té de su abuelo.
—¿Algo interesante que contar?
—¿Que no es interesante para ti?
Él la escucho reír desde la cocina, eso lo hizo sonreír. Su nieta no sonreía ni mostraba alguna expresión parecida a la felicidad o la amabilidad, y eso le preocupaba inmensamente.
En minutos, la castaña salio de la cocina con el té de su abuelo en manos, y con delicadeza lo coloco sobre la mesa para luego sentarse como indio frente a su abuelo, y le miró con su hermosa mirada, que le hizo entender a su abuelo lo que deseaba.
—Hace poco tiempo, encontré un hoyo Hobbit...
Y así fue como toda una noche de historias comenzó.