Capítulo 9.

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GIANNA.

Siento los rayos del sol en mi cara, abro los ojos y me doy cuenta que estoy en mi habitación, ¿como llegué aquí? Tengo la misma ropa de ayer. Me levanto de la cama y un dolor de cabeza me mata, camino hacia el baño y veo mi rostro en el espejo. Uy, que fea. Tengo el rímel corrido y parezco un mapache, el cabello está desordenado y con nudos.

Me doy un baño y me lavo el cabello, al salir me sentía mucho mejor, y ya mi aspecto mapache ya se había esfumado. Bajo a la cocina y la sala y gran parte de la casa está hecha un desastre, pero tengo una ventaja: estoy sola. Me preparo un sándwich de queso, con tomate, lechuga y salsas y claro no puede faltar mi jugo de naranja. Me termino mi desayuno y me tomo una aspirina para que desaparezca lo que queda del dolor de cabeza.

Conecto mi celular al sonido y coloco mi playlist de hacer limpieza, tarareo un poco la canción y subo a mi habitación, empezaré por aquí. Ordeno la ropa, los zapatos, estiro la cama y limpio el suelo, y ordeno alguna que otra cosa que está fuera de lugar, por último aromatizo mi cuarto con Glade de Manzana, me encanta.

Bajo a la sala y empiezo a barrer, canto a todo pulmón las canciones porque de eso se trata, de sentir las canciones por que si no, ¿que propósito tiene? A veces me pongo a pensar, ¿que sería de este mundo sin la música? Luego recuerdo de que si existe y se quita esa duda existencial. Muevo un poco las cosas y empiezo un baile con mi pareja la escoba, si que baila bien, ¿donde habrá aprendido esos pasos? De fondo se escucha Hands to Myself de Selena Gómez. Muevo mis caderas haciendo un baile sensual como si me fueran a pagar por ello. Escucho unas risas y volteo hacia la puerta y suelto un grito.

De todas las personas que pueden existir me tenía que encontrar con el, ¿cuanto tiempo habrán estado allí? .

—¿Hace cuanto están ahí de pie?— pregunto y puedo sentir como la sangre sube a mi cara.

—Lo suficiente para haber visto tu baile sensual— dice mi hermano y sube sus cejas.

Idiota.

—Lindo baile— esta vez era Aaron quién hablaba, y me guiña un ojo.

Doble idiota.

Los veo con ganas de asesinarlo a los dos, omito la parte que ellos me vieron bailar.

—¿Van a ayudarme a limpiar o se quedarán ahí esperando que llegue el hada madrina?— digo sarcásticamente e intentando de no sonar avergonzada pero creo que falle porque en el rostro de Aaron se podía notar que quería reírse. Entre ellos intercambian risas y Aaron pasa por mi lado encaminándose hacia la cocina, roza mi hombro. Lo odio. Tengo que acusarlo.

Sigo limpiando, acomodo la biblioteca, muevo de lugar las cosas, hay que hacerle un cambio a este lugar. Al terminar la limpieza nos reunimos los tres en la cocina viendo nuestro resultado.

—Todo quedó bien, gracias por ayudarnos— dice Liam—Ire a darme un baño, huelo espantoso—hace una mueca de asco y se retira yendo a su habitación.

—¿Que tal amaneciste hoy?— me pregunta y yo me sobresalto.

Pienso y respondo.

—Con un ligero dolor de cabeza, no recuerdo nada de ayer— Tengo recuerdos borrosos de ayer, muevo mis manos como si eso me fuera a ayudar a recordar las cosas —No sé cómo llegue a mi habitación, no se a qué hora termino todo, lo único que recuerdo es que empecé a beber y que la estaba pasando muy bien—dije y cierro los ojos mientras intento de recordar.

No. Nada.

—¿No recuerdas absolutamente nada de lo que sucedió ayer?— el pregunta y parece sorprendido.

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