AARON.
Invitar a Gianna fue una de las mejores cosas que he hecho últimamente sin pensarlo mucho. Tenía mucho tiempo que no compartía con ella, se me olvidaba lo graciosa y divertida que puede ser.
Pasar el rato con ella hacía que mi mente se distrajera y todos mis problemas se esfumaran. Subimos a la Rueda de la Fortuna, de pequeño me encantaba subir aquí con mi mamá, ella al estar en la cima cerraba los ojos y pedía un deseo, decía que por eso la llaman así. Sonrío de manera triste tras ese recuerdo, Gianna parece no notarlo, está viendo la ciudad a distancia, y yo la imito.
—¿Puedo preguntarte algo?— ella rompe el silencio, y volteo a verla.
—Si, dime—en su rostro veo ¿tristeza? ¿preocupación? ¿confusión? No logro reconocer su sentimiento.
—¿Por que lo hiciste? Lo de la otra noche cuando te descubrí— dice en un suave murmuro. No me esperaba esto, cierro mis puños para controlarme.
—Anna... No te lo puedo explicar todavía, pero te prometo que algún día lo haré— digo de manera suave para que ella pueda confiar en mí. Debo salir de toda la deuda que tengo con Tony, no quiero involucrarla a ella ni a su familia en nada, no se lo merecen.
—¿Por que no debería de ir a la policía y decir tu delito?— en su voz puedo detectar tono de amenaza.
Pienso dos veces.
—Se que no te convence lo que yo te digo, está bien, no tienes por que confiar en mí, pero créeme cuando te digo que mi vida pende de un hilo— esto si es cierto, la vida de mi padre y la mía depende de esa deuda, por más mierda que mi padre se haya portado conmigo, sigue siendo mi papá, y si no pago eso irán detrás de nosotros.
Ella parece convencerle y solo asiente volteando su vista hacia la ciudad. Estamos en el punto más alto de la rueda, pero ésta se detiene.
¿No podía detenerse en otro momento? No, justamente cuando estamos en la cima, alejo mis pensamientos, escucho como la respiración de Anna de acelera.
—¿Que sucede, Aaron, que sucede?—dice ella y en su voz puedo notar que está nerviosa.
—Se fue la luz en el parque, mira— le señalo hacia abajo para que pueda ver.
Ella se desespera y empieza a ver a todos los lados, como si así fuera a conseguir la salida, se ve graciosa pero contengo mi risa para no empeorar la situación, al parecer las piernas no le dan para más y ella empieza a caer pero antes me acerque a ella para sostenerla y evitar que toque el suelo y la senté.
—Hey, hey, calma, pequeña, todo estará bien, no tienes que preocuparte— recuerdo que la primera vez que me subí a esto estaba tan nervioso justo como Anna y mi mamá me calmo cantándome una canción. Veo directamente a sus ojos viendo si estaba bien, y ella pasa de la preocupación a la tranquilidad.
Tenía un mechón de cabello que le cubría la cara, se lo retiro y lo coloco detrás de su oreja, puedo notar que su respiración se entrecorta. Mi corazón late muy fuerte. Me acerco hacia ella, y coloco mi mano en su mejilla tocando su suave piel, nuestros rostros están tan cerca que nuestras respiraciones danzan juntas. La rueda empieza a moverse de nuevo y nosotros bajamos de la cima y nos separamos.
¿Que está haciendo esta chica conmigo?
Me paso la mano por el cabello, que frustrante. Despues de eso ninguno de los dos hablo haciendo que las tres vueltas restantes queden en total silencio incómodo. Al final les dimos las gracias al encargado.
Mi estómago ruge, que hambre tengo.
—¿Quieres comer algo?— le pregunto, ella baja la vista a su estómago y luego me ve.
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·•BICOLOR•· ✓
Ficção AdolescenteEl collar de Stella Bianchi fue robado; nadie vio, nadie escuchó, nadie supo quién fue a excepción de su hija, Gianna. Lo único que Gianna logró ver del ladrón fueron sus ojos bicolor, y no muchas personas tienen los ojos así. Portada hecha por @S...