Capítulo 20 - Final

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—¿Dónde está Dominik? —pregunto al ver volver a la señora Sanders

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—¿Dónde está Dominik? —pregunto al ver volver a la señora Sanders. La mujer está pálida y preocupada, lo que me alarma de inmediato.

—Él salió a tomar aire —responde con un hilo de voz.

Fred va a colocarse a lado de su madre ni bien ella toma asiento. Hace un momento me comentó que su hermana, la adorada Katy está en su club de karate por eso no se encuentra con ellos. Mi mamá está sentada a lado mío luego de hablar como una hora al teléfono pidiendo un día libre. Mi papá, en cambio, está haciendo todo lo posible para saber cómo se encuentra Dave.

Me duele ver a Dominik devastado y sin energía. Él no se merece nada lo que le está pasando. Mi dulce Dominik debería de tener en su vida nada más que felicidad. Sin embargo, debido a mí, tuvo que enfrentar varios problemas y ahora se le suma también el accidente de Dave. Es por eso que quiero abrazarlo y decirle que haré todo lo que esté a mi alcance para no verlo llorar nunca más.

—¿A dónde vas? —pregunta mi madre en cuanto me levanto.

—Iré a buscar a Dominik —afirmo completamente resuelto. Mi mamá abre la boca para decirme algo, pero luego se lo piensa mejor y lanza un suspiro.

—No te tardes —dice finalmente. Creo que ya está empezando a entender lo importante que es Dominik para mí. No fue fácil para ella, pero eso solo demuestra que no son tan indiferentes a mí como siempre pensé.

Cuando ya estoy a unos metros del lugar, la señora Sanders me agarra del brazo y me voltea hacia ella.

—Hay algo que no te dije —afirma renuente—, creo que Dominik se fue del hospital.

—¿Qué? ¿Cómo que no está aquí? —digo con más preocupación que antes.

—Él y yo escuchamos una noticia muy… impactante, algo que no me corresponde a mí decirlo —añade en cuanto ve que quiero preguntar a qué se refiere—. Dominik salió corriendo cuando eso sucedió, tal vez buscando estar solo para pensar o algo por el estilo… no lo sé.

—Dominik me necesita, no puedo dejarlo solo y mucho menos ahora —afirmo sin ningún ápice de duda. La señora Sanders se sorprende por mi afirmación, pero luego sonríe y me dedica una mirada cálida.

—Encuéntralo y no lo dejes ir, ¿entiendes? —dice con afecto.

—Por supuesto que jamás lo dejaré ir.

—¡Gregory, espera! —dice mi madre acercándose a mí—. Lamento haber escuchado a escondidas —empieza diciéndonos a nosotros dos, pero sé que no lo siente en absoluto—, ten esto y ve a buscar a Dominik, no debería estar solo, sino aquí con sus seres queridos. 

Por segunda vez en el día, abrazo a mi madre con fuerza, ella no es muy afectiva, de hecho, para ser una madre, es bastante fría y arrogante, pero de igual manera, me devuelve el gesto como una total inexperta.

La encrucijada de DominikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora