Capítulo 16

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Desde el momento en que pegué mi cuerpo a la cama, dormí tan profundamente, que ni siquiera recuerdo haber soñado algo

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Desde el momento en que pegué mi cuerpo a la cama, dormí tan profundamente, que ni siquiera recuerdo haber soñado algo. A pesar de que mi mente amaneció con todas las ganas de ir a fastidiar a los padres de Greg para que me dejen verlo, otra cosa se interpone en mi camino.

—¿Ya estás mejor? —me pregunta Dave luego de que haya vomitado casi todo lo que había en mi estómago.

—Sí, creo que las gotas que me diste de tomar funcionaron —respondo.

Dave deja de lado el desayuno que se está haciendo y voltea hacia mí. No me sorprende su cara de inquietud ya que estoy pálido como un muerto e incluso aún voy en pijama. Cualquiera que me viera desde afuera me confundiría con un alma en pena.

—A lo mejor es por lo que comiste en el bosque —afirma mi padre y creo que tiene razón. Le conté que Greg y yo pescamos un pez y nos lo comimos así sin más.

—No es como si hubiéramos tenido muchas opciones —replico. Dave desvía la vista por unos momentos, sé que está culpándose por lo ocurrido y más teniendo en cuenta que todas las piedras ahora apuntan a su cabeza—. Lo que pasó no fue a causa de nadie, Greg y yo somos algo despistados, tenemos suerte de haber estado perdidos solo una noche.

Aunque ahora que me lo pongo a pensar, si es que yo amanecí vomitando todo lo que comí las últimas horas, Greg debe estar en la misma situación. Más razón para que sus padres me odien.

Cuando estoy por preguntarle a Dave cómo va el tema de la denuncia, escuchamos que alguien toca el timbre de la casa. Extrañados, vamos hasta el lugar y al abrir la puerta, nos encontramos con tres personas.

—Hola, Dave, Dominik —la señora Sanders nos saluda—. Alguien quería hablar con ustedes dos, en especial con Dominik, así que lo traje. ¿No les molestaría escucharlo?

—Sabrina, no creo que sea el momento —añade mi padre, pero lo interrumpo.

—Por supuesto, me gustaría escucharlo. Papá, solo será un rato —solicito ante la evidente renuencia de Dave.

Mi padre abre la puerta para que puedan pasar tanto la señora Sanders y su hija, como también Fred. La niña me mira con especulación y un poco a la defensiva, como si fuera la defensora de su hermano. Fred, en cambio, se rasca el cuello en señal de incomodidad y se niega a mirarme a los ojos.

—Sabrina, Katy, ¿quieren tomar algo? —sugiere Dave y la mujer acepta, ya que eso nos daría un momento a solas con Fred.

A pesar de lo que le dije a mi padre sobre no expulsarlo y que nada de esto es su culpa, en el fondo siento un poco de decepción. Pensaba que las cosas estaban yendo bien, pero volvió a caer ante las amenazas vacías de Zack. Sé que es difícil enfrentarse a los miedos. Sin embargo, pensé ilusamente que con la amistad eso podía resolverse. Un pensamiento bastante idealista teniendo en cuenta la gravedad de la situación.

La encrucijada de DominikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora