Capítulo 8

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El sonido de las hojas siendo arrasadas por una brisa fresca me hacen consciente del lugar en donde me encuentro

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El sonido de las hojas siendo arrasadas por una brisa fresca me hacen consciente del lugar en donde me encuentro. Al principio estoy confundido, miro alrededor, pero no hay nada más que árboles. No obstante, al percatarme hacia abajo, veo como mis pies están descalzos dejando ver mis talones al tener los jeans remangados hasta las rodillas, están hundidos dentro de una corriente de agua tan cristalina, que se podían ver los peces y las rocas dentro. La brisa acaricia mi piel y me da escalofríos. ¿Dónde estoy? Parece un bosque. ¿Cómo es que estoy en medio de un arroyo y la corriente ni siquiera lucha por llevarme?

—Hola, Dominik —me dice una voz a mis espaldas. Me quedo estático y volteo chapoteando el agua a mis pies. Los peces se mueven inquietos y se esparcen por doquier.

Ash está tan radiante y sonriente como siempre. Sus hoyuelos le dan un aire jovial y sus ojos resaltan en medio de tanto verde alrededor. Esa sonrisa torcida de labios sellados sigue teniendo el mismo efecto perturbador en mí. Sin pensarlo, voy directo hasta él y lo envuelvo en un abrazo tan apretado que casi lo dejo sin respiración. ¿Pero los fantasmas respiran? No importa. De lo único que se debe ocupar mi mente ahora es de nunca volver a despertar.

—Te extrañé tanto —susurro con la cabeza recostada sobre su hombro. Ash levanta una de las manos y acaricia mi cabello. El anhelo por aquel toque es tan grande que siento una opresión familiar en la garganta.

—Yo también, Dominik —añade tras mis palabras, pero siento un poco de titubeo de su parte. A regañadientes, me alejo de él unos centímetros para poder mirarlo de frente.

—¿Dónde has estado? ¿Por qué no has venido conmigo? —pregunto y Ashton me mira como si yo debería de saberlo. Unos momentos después, suspira y coloca sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Lo noto algo nervioso, como si quisiera decirme algo y no se animara—. ¿Qué pasa, Ash? —vuelvo a decir tras su silencio. Él me lanza una mirada de resignación.

—Tú deberías saberlo, Dom —responde y al lanzar aquellas palabras lo siento distante. No me gusta verlo así.

—¿A qué te refieres? No sé de qué me hablas —Ash me lanza una sonrisa, pero al contrario de alegre, lo siento triste.

—No fue a causa mía que no pude volver a ti. La respuesta la tienes tú —me dice sin cambiar de expresión, mis manos empiezan a sudar y el viento antes fresco, ahora se siente un poco más frío. Miro al cielo al notar un cambio a mi alrededor y caigo en la cuenta de que el día se ha vuelto noche en un parpadeo—. Pero no te preocupes, tú no has hecho nada malo. Esto debía pasar tarde o temprano.

—Espera, Ash. ¿Qué estás tratando de decir? —pregunto nuevamente más nervioso que antes. Ash saca las manos de sus jeans y las cruza sobre el pecho. Él, al igual que yo, también tiene remangado los pantalones dejando a sus pies mojarse en la corriente.

—Creo que sabes a lo que me refiero —es lo único que responde y luego desvía la mirada hacia los árboles. Mis latidos se aceleran y poco a poco empiezo a entender lo que está tratando de decirme. Sin embargo, antes de que pueda volver a añadir algo, responde: —. No es para mantener esta conversación que vine hoy. Solo quiero decirte que debes tener cuidado. A veces puede parecer que las cosas no tienen solución, pero con un poco de fe en ti mismo y en los que amas, puedes resolver cualquier cosa, Dom. Lo que sea que te propongas, yo estaré ahí, protegiéndote.

La encrucijada de DominikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora