Final

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-¿Por qué no quieres decirme a dónde vamos? -un puchero apareció en sus labios mientras cruzaba los brazos y veía con reproche a su prometida quien soltó una risita sin quitar la vista del camino.

-Porque te dije que era una sorpresa. -alzó los hombros y sonrió, sintiendo tanta ternura al ver a su prometida "enojada".

-Yo quería desayunar la lasagna que preparó Ashley. -siguió reclamando. -Y ayer los gemelos me pidieron que hoy les ayudara a armar la casita que les regalaste. Iba a jugar con el dragón. -Lauren volvió a reír tomando la mano izquierda de Camila y llevándola a sus labios, besando dulcemente el anillo en el dedo anular.

-Te prometo que cuando regresemos puedes jugar con ellos lo que quieras pero ahora quiero presentarte a alguien muy especial para mí. -Camila la vió con confusión al ver que el rostro de su novia cambiaba de expresión. Estaba nerviosa y temerosa por lo que le iba a mostrar.

Después de alrededor de una hora y media de viaje entraron a un pequeño pueblo donde niños y niñas salían a jugar con sus nuevos juguetes aunque Camila notó que eran de segunda mano o de uso. Pero los pequeños parecían muy contentos con ellos. Atravesaron el pueblo y regresaron a una carretera. Unos diez minutos después Lauren se desvió a una calle de terracería en la que al fondo se veía una pequeña pero bonita casa.

-Llegamos. -susurró Lauren aparcando el auto. La morena escaneó la casa viendo que estaba en buen estado al igual que el pequeño jardín que adornaba la entrada. -Te prometo que te explicaré todo pero necesito encontrar las palabras para hacerlo. Nadie a parte de Vero sabía esto hasta hace unos meses, mientras estabas en el hospital. Se los conté a todos y quería esperar el momento indicado para decírtelo a ti. -una última sonrisa apareció en los labios de Lauren antes de bajar del auto y dirigirse a la cajuela para sacar la silla de Camila. Sí, ya podía caminar pero era muy poco y necesitaba mucho esfuerzo para hacerlo. -Ven. -abrió la puerta y tomó las manos de Camila para jalarla y ponerla de pie. Con lentitud caminó los pocos centímetros hacia la silla y se sentó, sonriéndole a Lauren. -¿Quieres una cobija o estás bien? -le preguntó.

-Estoy bien, amor. Mis pantalones son muy calientitos. -la ojiverde asintió cerrando la puerta y poniendo el seguro al auto. Una puerta abrirse y cerrarse, seguido de un pequeño grito les llamó la atención.

-¡Mamá! -Lauren se giró con una radiante sonrisa y los ojos brillando de emoción, se agachó a lado de la silla de Camila y abrió sus brazos para recibir al pequeño cuerpo que se aferró a ella con fuerza.

-Hola mi amor. -le susurró Lauren al oído, cerrando los ojos y aspirando el aroma que tanto le gustaba, después de el de Camila claro.

-¡Al fin llegaste! -se separó y levantó sus manitas con felicidad. -¡No creerás lo que pasó ayer! Abuela Angie y yo... -la pequeña al fin dió con Camila, quedándose callada al instante y viendola con atención. Se acercó al oído de su madre y le susurró. -¿Ella es de la que me hablaste? -Camila sonrió al escuchar lo que dijo la niña, en un intento vano de guardar el secreto con Lauren.

-Sí, cariño. -le respondió la mayor en el mismo tono.

-Wow, en verdad es bonita. -las mejillas de Camila inmediatamente se pusieron rojas ante la mirada asombrada de la pequeña y la sonrisa encantadora de Lauren.

-Lo sé. -Lauren se levantó. -Camila, ella es Nicole, mi hija. -murmuró viendo fijamente a los ojos de su novia, notando cierta confusión pero también ternura hacia su pequeña. -Hija, ella es Camila, mi novia y prometida. -la pequeña levantó su mano con timidez, siendo estrechada por Camila.

-Mucho gusto, Nicole. Tú también eres muy bonita. -el comentario hizo que la pequeña bajara la mirada con un leve sonrojo en sus blancas mejillas, haciendo sonreír con ternura a Camila. Sentía que veía a una Lauren de pequeña.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora