Las luces bajas de la ciudad, así como los sonidos nocturnos típicos de ella, conformaban el ambiente al que tan habituado estaba y que en ocasiones lograba llegar a ser sofocante.
La Ciudad de México siempre era así, con su interminable tráfico y su terrible ritmo monótono de toda la vida; Si bien sus múltiples atractivos daban paso a repentinos descansos, la rutina de diario lograba volverla una cosa más para la vida de las personas.
Al menos eso es lo que pensaba Emilio Marcos al regresar de la disquera, donde justo ahora estaba en proceso de producir su cuarto álbum. Desde que a los 16 años produjo su primer disco y despegó su carrera como cantante dejando de lado la actuación, un éxito tras otro se fue sumando a su trayectoria, logrando convertirlo a sus 24 años en el máximo representante del pop en español y uno de los cantautores más aclamados en el mundo.
A pesar de eso, en momentos sentía que no era suficiente, que a su vida le faltaba algo que lo hiciera volver a enamorarse de ella, un algo, un alguien quizá, que lo ayudara a revivir todas sus pasiones; En su momento la música fue su musa, su inspiración para todo, pero ahora, inclusive tan buen amiga estaba dejando de cumplir sus expectativas.
Es por eso que justo ahora se encontraba suspirando contra el cristal, atrapado en una constelación de luces provenientes de coches estáticos en plena reforma, pensando en la ironía de la vida al momentos dejarlo ser libre sin restricciones -cuando cantaba- y en otros atarlo -cuando no encontraba qué más hacer-; Se decía que un día lograría más, que encontraría algo que le ayudara a pensar que no estaría encerrado en esta monotonía por siempre.
El aire infló su pecho y al momento siguiente sus labios dejaron escapar un profundo suspiro, antes que su mano se dirigiera a encender la radio. Si bien en la actualidad las aplicaciones de música lo eran todo, a veces la radio le hacía sentir más... vivo, porque sentía las voces interactuar con él y no sólo reproducirse una tras otra aleatoriamente.
— jajaja— la repentina risa que salió de la radio lo hizo brincar. A toda prisa bajó el volumen desde un alocado 40 hasta un decente 16 y pasó saliva sintiendo su corazón latir a mil.
— Mierda, eso me asustó— murmuró por lo bajo antes de volver a prestar atención a la risueña voz.
— es que... es imposible...— comentaba una bonita y joven voz mientras no paraba de reír.
— qué malo, tiene un carácter muy malvado— intercedió ahora una voz femenina un tanto más madura— ¿Lo escuchas Yordi? Se burla libremente de los pobres modelos— comentó traviesa.
Al reconocer el nombre de Yordi, Emilio sonrió y le subió un poco más el volumen. Conocía al conductor y sinceramente le agradaba muchísimo por su sinceridad y forma directa de ser.
— no, jajaja, no lo hago— volvió a escuchar la voz del chico, quien al no dejar de reír pronto hizo que en los labios de Emilio se dibujara una sonrisa.
— tienes demasiada felicidad en ti, amigo— bromeó mientras ponía primera para avanzar unos cuantos metros antes de volver a quedar embotellado.
— No lo puedes negar, "Solecito Bondo" — remarcó Yordi irónico. Se escuchó un jadeo sorprendido de la chica.
— ¡Es verdad, se me olvidó que estamos con identidades secretas! Perdón Rosadito21— y tanto Emilio como aquel chico volvieron a explotar en risas.
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La propuesta (Emiliaco)
Humor⚠️No se permiten adaptaciones ⚠️ por favor 😞 Emilio Marcos, un famoso e influyente cantante y compositor mexicano, descubre que su hermana tiene un amor prohibido con otra mujer. Con tal de hacerle frente a su padre y evitar que la dañe, declara qu...