Fue tan… extraño despertar.
No porque estuvieran a cientos de kilómetros de sus hogares, en un pueblo estilo viejo oeste o en una cama ajena, sino porque fue la primera vez desde que durmieron juntos que Joaco no amaneció en los brazos de Emilio y éste no despertó con el calorcito del modelo a su lado.
Ambos se miraron un momento, se dedicaron una pequeña sonrisa y como si nada pasara, se levantaron para empezar a organizar la habitación. Era momento de regresar a casa.
El cantante no estaba seguro cuánto recordaba el solecito de la plática que tuvieron por la noche, pero sus acciones un tanto evasivas le dejaron en claro que no podía hacer como si nada y fingir que nunca sucedió.
Entre suspiros contenidos y miradas que nunca coincidieron, dejaron el cuarto encontrándose con los planganos, quienes contrario a ellos, salieron llenos de sonrisas de la habitación, jugando con sus manos mientras reían de las incoherencias de Niko.
— ¿pasa algo? — preguntó Eduardo en cuanto los vio, pues a diferencia de ayer, hoy se veían totalmente incómodos, como si hubiese pasado algo muy vergonzoso.
— nop— respondió Emilio metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón— no pasa nada— le restó importancia ganándose una leve mirada del pequeño modelo a su lado.
— ¿seguros? — indagó Niko estrechando sus ojos— porque se ven muy raros
— no es nada, en verdad— afirmó Joaco esta vez— vámonos, podemos comer en casa.
A pesar que no les creyó para nada, al pequeño Caballero no le quedó más que suspirar para sus interiores.
— está bien, vamos— Estaba seguro que si algo malo pasó, esos dos podrían resolverlo en un santiamén, pues el amor que predicaban por el otro era más que suficiente para hacer que su relación fuera sobre nubes.
Al final de cuentas dejaron el hotel con los Emiliacos más incómodos que nunca. Fue realmente curioso verlos así, pues parecía como si se acabaran de conocer ¡no, ni siquiera eso! Pues cuando se conocieron, ese click que tuvieron desde el primer momento los llevó a verse como compañeros de toda la vida, cosa que ahora.. bueno… no estaba ni cerca de parecer eso.
Ambos suspiraron al unísono una vez sentados en el bote, es sólo que iban tan perdidos en sus propios pensamientos que ni siquiera lo notaron.
Emilio miró a la izquierda el lago, mientras que Joaco miró hacia la derecha, cada uno sentado en un extremo del bote, lo más alejados del otro como si fuera un pecado estar juntos.
Niko abultó sus labios en un triste puchero y le lanzó una mirada preocupada a Eduardo, pero éste sólo negó.
— déjalos, ellos deben tener sus razones para estar así— susurró calmando a su mangano.
— pero-
— ya lo hablarán— con ternura Lalo le apartó de la frente unos mechones rebeldes— verás que será lo mejor.
— está bien— concedió Niko con un leve puchero antes de poner el bote en marcha, aquí aparte de Joaco, sólo él sabía conducir esta cosa de motor.
Era una tradición en la familia Gress aprender a conducir botes, pues si no conduces, no llegas con los abuelos.
No pasaron más de unos minutos cuando la elegante mansión de los Gress apareció en su campo de visión. Emilio la observó y de nuevo suspiró. Justo ahora no sabía realmente cómo enfrentaría al resto de la familia, peor aún, no tenía ni idea de cómo enfrentar a Joaco.
Igual de distantes los artistas desembarcaron, sólo hubo un pequeño contacto entre ellos cuando el cantante ayudó al menor al bajar del bote y éste le regaló una sonrisa.
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La propuesta (Emiliaco)
Humor⚠️No se permiten adaptaciones ⚠️ por favor 😞 Emilio Marcos, un famoso e influyente cantante y compositor mexicano, descubre que su hermana tiene un amor prohibido con otra mujer. Con tal de hacerle frente a su padre y evitar que la dañe, declara qu...