Capítulo 8: Cita

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Manejando a 90km/h el camino pasaba apacible a un lado de las ventanillas, así como el suave viento que revolvía travieso los rizos del conductor, mientras que hacía sonreír animado al copiloto el cual tarareaba una canción en inglés de los años 80's.

— era buena música— comentó Joaquín divertido a la par que apagó la radio, pues el programa terminó siendo suplantado por uno motivacional.

— lo dices como si hubieras nacido en esa época— respondió Emilio riendo a la par que observaba por el retrovisor un coche que pitó.

— ¿Quién dice que no? Puedo tener más de 30 ¿sabes?

— oh por favor, eso ni tú te lo crees, además ¿recuerdas que escuché tu confesión de amor? Joven de 23 años

— ¡sigues con eso!

— no lo olvidaré, créeme— el coche los rebasó, pero Emilio no tuvo ni la más mínima intención de subir la velocidad.

Desde que fue a casa de Joaco por él y éste ofreció que llevaran su coche, el cantante no dejó de disfrutar el viaje tomándose su tiempo para disfrutar del bonito auto y la linda compañía a su lado.

— estamos casi igual— siguió Joaquín— sólo eres más grande por unos meses

— así es, pero eso me da gran ventaja— alzó las cejas sugerente haciendo que su acompañante negara divertido.

Emilio lo observó de reojo sonriendo satisfecho al ver cómo Joaco le dio un mordisco al pingüino entre sus dedos.

De alguna forma, ver a Joaquín a su lado, abrazando su mochila, le daba una buena sensación; Cabe decir que si la mochila del cantante yacía en los brazos del modelo, es porque en cuanto éste mencionó tener antojo de algo, el mayor no dudó en decirle que traía unos pingüinos marínela, los cuales compró cuando un día antes de embarcarse en su aventura Joaco comentó lo mucho que le gustaban.

— así que... te gustan los pingüinos — dijo en un tono de esas veces donde ya no sabes qué más decir, claro que fue de broma, pues no habían parado de platicar desde hace más de media hora.

— lo hacen, ¡ah! Pero espérate — Joaco se giró en su asiento para verlo— no me vayas a querer regalar una caja de ellos

— jajaja ¿Por qué haría eso?

— me ha pasado, fue una experiencia graciosa— sonrió— recuerdo que una vez estaba en una entrevista y se me ocurrió decir que me gustaban, precisamente, los pingüinos, después de eso, durante casi tres meses no recibí otra cosa más que pingüinos— Emilio soltó la carcajada

— ¡no te pases! ¿y luego?

— tuve que mandárselos a mi familia, amigos y hasta regalar algunos, es que en verdad fue exagerado

— en pocas palabras valió madre— Joaco negó divertido— ¿sabes qué? los hubieras vendido en el metro a 5 pesos

— jajajaja ¡oye sí! Debí hacerlo— contagiado por las risueñas risas, el cantante lo acompañó a reír y pronto el auto se llenó de un feliz ambiente que no hizo más que amenizar ese "algo" entre ambos.

Tomando la desviación sobre la autopista México-Pachuca que los llevaría rumbo a Teotihuacán, Emilio se aclaró la garganta y decidió tocar un tema que ya sea por vergüenza o algo más no había tratado con su pareja.

— oye Joaco— el menor lo volteó a ver indicando prestar atención— amm ¿Qué te pareció la terapia con la doctora? ¿Es mucho?

— nop, creo que es divertido, dijo muchas cosas lindas ¿no crees? — el cantante asintió mientras observaba a ambos lados de la pista para incorporarse a la carretera principal— pero Emilio, para ser una pareja que tiene problemas ¿no crees que hacerlo 5 veces a la semana es mucho? —el mayor volteó a ver boquiabierto a Joaco a su lado a lo cual éste alzó las cejas antes de estallar en risas.

La propuesta (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora