II.07

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Fue en la graduación de Jinyoung la primera vez que le tocó el trasero, llevado por un instinto de derecho y libertad porque, después de ese día, no se volverían a ver a diario como venían haciendo desde hacía medio año. Además, Park-chico no se había quejado, aunque por la sorpresa había soltado un ligero jadeo contra sus labios. ¿Cómo explicar ese sentimiento electrizante de saberse listo para ir más allá de las caricias coquetas y besos crueles?

Estaba listo para destrozarlo.

Pero, por supuesto, Jinyoung le obligó a esperar.

Yugyeom hubiese pensado que no iba a esperar demasiado, porque su atractivo novio tampoco es que se hiciera el difícil cuando se encontraban en casa del menor y acariciaban más de lo que hubiera llegado a imaginar cuando tocó sus labios por primera vez.

No, lo que le frenó no era el hecho de que uno de los dos seguía siendo estudiante uniformado. Sino que cuando los Señores Kim se enteraron de que su único hijo tenía un novio, otro hombre, decidieron correrlo de su casa hasta que lograra recapacitar.

¿Siglo XXI? Sí, claro. ¿A quién le importa?

Al principio había conseguido hospedaje en casa de Bambam, donde la casa era pequeña para la gran familia que era, y llegaba él para apretar aún más. Mark fue el que le avisó a Jinyoung después de que yendo a visitar a Bambam, la madre de este le contara las malas noticias. Bastó un día para que su novio fuera a buscarlo en su automóvil, donde subió las cosas que le habían permitido sacar, como su uniforme, y lo llevó a la casa de la familia Park.

− Sinceramente, no... te esperábamos −. La Señora Park desde el principio se había mostrado como una mujer amable, muy elegante. – Esta mañana Jinyoung llegó con sus cosas, creímos que algo malo le había pasado −. Se llevó una mano al pecho mientras Yugyeom no dejaba de sonreír tan sincero como pudiese, pues no esperaba que toda la familia Park estuviese reunida en ese momento, frente a él. Nunca imaginó que conocer a sus suegros sería de esa manera. – Luego nos contó que tenía un novio. ¡Ni siquiera sabía que era... homosexual! – Exclamó, con una sonrisilla nerviosa que no hacía más que divertir a las chicas detrás de los mayores y por lo que Yugyeom había podido notar, el padre aún se encontraba procesándolo. – Nos contó que tus padres te han sacado de su casa. ¿Es así?

− Sí, señora −. El Señor Park decidió clavar su mirada penetrante en él, quien decidió fingir que la casa era de deliciosa gelatina. – Lamento causarles molestias.

− No estoy cómoda con esto, es cierto −. Sería incómodo volver a la casa de Bambam con sus cosas, seguramente ya habían vuelto a decidir quién dormiría en el sofá de nuevo. – Pero Jinyoung ha sido muy firme en sus deseos y no podemos dejar que alguien a quien nuestro hijo... aprecia, quede desamparado de esta manera.

Y lo agradecía, pero no por eso dejaba de ser incómodo.

Para empezar, sabía que su novio era un hombre de dinero, por lo que se sorprendió cuando vio la casa por fuera, como cualquier otra, tan parecida a la propia incluso. Pero por dentro se evidenciaba la diferencia, pues todo parecía tan elegante y costoso, reluciente, incluso con un candelabro colgando en el techo del comedor.

En segundo lugar, sentía que estaba invadiendo, y que se estaba volviendo la molestia de la que los Señores Park sentirían la imperiosa necesidad de deshacerse. Iniciando por el padre de Jinyoung, el Señor Jinyoung, quien había empezado a dejar claras sus ideas en contra de eso apenas la mujer le permitió abrir la boca al dejar de hablar.

− ¿Qué pasará con mis nietos? ¿No los tendré?

− Padre, tiene dos hijas. Estoy seguro que alguna de ellas bendecirá a la familia con un niño −. Había hablado tranquilamente, pero sus hermanas, que se encontraban a espaldas de los padres todavía, hacían un notorio esfuerzo por no reír. Y Yugyeom, temiendo terminar riendo en el peor momento, decidió concentrarse en otra cosa, como el vaso con agua que la Señora Park le había ofrecido minutos atrás y del cual groseramente no había tomado.

ManipuladorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora