Revisó la hora en su celular. En blanco y brillante, los números le hicieron componer una expresión que no pasó desapercibida a su amigo.
− Casi las nueve −. Comentó, una breve frase que ya conocía de memoria el anfitrión de aquella fiesta.
− La fiesta prácticamente acaba de empezar.
− La próxima −. Otra frase, regularmente escuchada, sin ningún sentido de compromiso en realidad. Una promesa vacía, pero cortés.
Se despidió de los amigos de su amigo y una vez fuera de la bonita casa apresuró el paso al saber que iba tarde, aunque nunca habían puesto un horario. Si no lograba tomar el metro, entonces tendría que tomar un taxi y diría adiós a una necesaria cantidad de dinero. Afortunadamente no fue así.
Saludó al guardia del edificio y subió al ascensor, presionando el número seis. Unos cuantos segundos más tarde, estaba frente a una bonita puerta de caoba con el número catorce colgando de ella. Toco dos veces y la puerta no tardó en abrirse.
− Lo siento, no me fijé en la hora −. Fue lo primero que dijo el recién llegado, quien parecía un poco cansado, como si hubiese corrido. Notar eso mejoró el ánimo de la persona que le había abierto, más aun si el más alto se inclinaba para unir sus labios con suavidad, aunque eso no sería suficiente para hacerle olvidar el tema en cuestión.
− Sabes que venir no es una obligación −. Respondió una vez que se separaron, alejándose para guiarlo al sofá donde había estado leyendo un libro mientras lo esperaba. Tomó asiento y el más alto le siguió, sabiendo que le esperaba para rodearse de sus brazos, acostarse y empezar a ver de una vez la película que debieron haber iniciado hacía una hora para no dormir tan tarde.
− ¿No quieres que venga, hyung? - Reprochó, siendo jalado por el contrario para que se acostara de una buena vez, en esa agradable unión que nunca imaginó, fascinaría al mayor cuando iniciaron la extraña y falsa relación. - Jinyoung-hyung −. Volvió a llamarle cuando notó que el otro estaba dispuesto a ignorarlo.
− Hueles a alcohol. Aun eres menor de edad, no debes beber.
Yugyeom viró los ojos, buscando acomodarse en el reducido espacio que tenía, era casi imposible, pero por nada del mundo dejaría en evidencia su pequeña incomodidad, que de hacerlo, seguramente su novio no dudaría en mandarlo al otro extremo del sofá.
− Yo no bebí. La primera persona con quien brindaré será contigo −. Le apretó entre sus brazos sabiendo que le gustaría a su hyung, aunque se quejara de la fuerza innecesaria que utilizaba para el acto.
Media hora después, Yugyeom no sabía de qué trataba la película y sospechaba que Jinyoung tampoco, aunque pareciera estar prestando toda la atención del mundo en la pantalla. Pero él lo conocía, dos años y medio de relación eran suficiente para conocerle y darse cuenta que el universitario estaba pensando en otras cosas, cosas que él quería saber y sólo había una forma de traerlo al presente sin recibir una respuesta escueta.
Una de las manos que rodeaba la cintura de su novio, fue deslizándola por debajo de la camiseta que llevaba puesta, lo sintió tensarse, lo que indicaba que finalmente había dejado de pensar en lo que sea que estuvo pensando. No por eso paró, besó su nuca, haciendo un camino de pequeños besos hasta llegar al cuello.
− Deja de jugar. ¿Qué quieres? -. Sonaba gruñón, pero sabía que estaba disfrutando de esos pequeños mimos, porque al decirlo también era el momento en que ladeaba un poco la cabeza para dejarle todo el espacio posible, invitándole a continuar.
− Sólo tengo ganas de besarte −. No era del todo una mentira, Yugyeom desde hacía dos años que no tenía sólo ganas de besarlo y sólo pensar en ello... Empujó su pelvis hacia delante tratando de controlarse, pero no fue necesario, Jinyoung no tardó en devolverle el movimiento, restregándole su bonito trasero en la entrepierna.
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Manipulador
Fanfiction-Me gustas-. Jamás había sentido tantas ganas de golpear a alguien. - No te preocupes, ya me corresponderás -. Quería borrar con el puño aquella arrogante sonrisa.