Las bebidas fueron deslizadas suavemente por la barra hacia la pareja que se sonreía desde hacía algunos minutos atrás, acercándose de vez en cuando para susurrar alguna palabra en el oído de su acompañante. Se habían conocido en la universidad, aun siendo de distintas carreras tenían una amiga en común, Nayeon. Quien, lamentablemente, después de ver como iniciaban una relación, decidió poner distancia entre la nueva pareja y ella.
Llevaban dos meses saliendo y cada día que pasaban juntos, lo disfrutaba. Además, la química entre ellos era muy buena, ella era honesta, siempre diciendo lo que pensaba, por lo que creía que de haber algo malo en su relación, ella seguramente se lo haría saber sin titubeos, sin dejar que el tiempo pasara. Sin herirlos.
Esa noche habían decidido ir por unos tragos, aprovechando el clima aun frío para tener una excusa del por qué estaban tan pegados. Le gustaba esa sensación de confianza que la chica le provocaba, mientras intercambiaban miradas cómplices y mantenían conversaciones demasiado superficiales acerca de la universidad, pues preferían quejarse y hablar sobre acontecimientos graciosos de sus respectivas facultades.
− Somi, vamos a bailar.
Ella ni siquiera intentó resistirse, pues si había algo que ambos adoraban, era la música y el movimiento que podía provocar en los cuerpos que la escuchaban hasta sentirla. Ambos se movían bien, con ella pegándose dulcemente a él, y él correspondiendo con caricias suaves a su espalda y besos cariñosos en la mejilla, que subían de intensidad hasta verse devorando de forma provocativa la boca de ella.
Hasta que alguien más llegó, le tomó del hombro para separarlo de su bonita novia y de esa forma asestarle un duro golpe en la nariz y parte del labio. Había sido alguien lo suficientemente fuerte para bajarle el alcohol y hacerle sangrar tanto por su fosa nasal como por el labio superior. ¡Casi le tumbaba un diente!
Algunos gritos no se hicieron esperar, su novia parecía particularmente asustada, pero aun así intentaba ayudarlo a ponerse en pie. Una parte de él, la menos caballerosa, deseaba que aquel loco intentara meterse con ella, sólo para que descubriera que esa chica a pesar de ser menuda, verse frágil e indefensa, llevaba encima toda una vida perfeccionando el Taekwondo.
Pero a diferencia de él, ese hombre era un caballero por completo. Lo sabía porque lo conocía, y eso no hacía más que acentuar el enfado por haber recibido tal golpe. − ¡Maldita sea, Jackson! ¿¡Qué mierda te pasa!? – El chino no dejaba de verle, con fuego saliendo de sus pupilas, parecía querer volver a golpearlo.
− ¿Yo? ¿Qué mierda haces tú con alguien más? ¡Tienes pareja!
Somi parpadeó confundida, sin alejarse de su novio, quien veía casi del mismo modo al castaño, quien parecía no querer moverse de ahí hasta que él se alejara de ella.
− ¡Por supuesto que lo sé! Tengo una novia, se llama Somi y es ella −. Se alejó un poco de su novia, quien en un acto bastante femenino, decidió ponerse detrás de él, como si fuera más seguro que sus propios conocimientos en defensa personal.
Ahora Jackson era el que se había quedado callado, observando a la pareja que parecía convencida de que su versión era la real y que él sólo era un ebrio en busca de atención, o con algún problema de memoria. − ¿Qué? Pero tú y ...
− ¡Lo nuestro terminó hace más de medio año! ¡Imbécil!
Sí. A él también le turbó al principio, pero conforme los días pasaban el dolor iba desapareciendo, hasta el punto en que seguramente, si el jugador de esgrima no hubiera aparecido por ahí esa noche, habría terminado olvidando quién demonios era Park Jinyoung.
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Manipulador
Fiksi Penggemar-Me gustas-. Jamás había sentido tantas ganas de golpear a alguien. - No te preocupes, ya me corresponderás -. Quería borrar con el puño aquella arrogante sonrisa.