ERROR

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»No puedo creer que haya ligado con alguien de la tienda.» El señor Alexander se reía mientras conducía de vuelta a la casa.

»Yo no creo que me haya robado un beso en el pasillo de cunas. » Sonreí ante el recuerdo.

»¿Cómo dijo? » Disminuyó la velocidad.

»¿No es romántico? 

—¿Cómo es que llegamos a este punto? — Ciro parecía haberse perdido en la historia.

—Mientras el señor Alexander y yo estábamos en la tienda, vimos a una pareja embarazada escogiendo tapices para la habitación del bebé. 

»¡Que hermoso! » Suspiré. » Siempre quise formar una familia así.

» ¿Qué? » El señor Alexander miró hacia la pareja. » ¿Se refiere a tener hijos? » Me preguntó.

» Me refiero a tener un hombre. » Le respondí.

»Señorita Valeria, creo que tiene un problema con esto de tener una pareja y casarse, no todas las mujeres piensan que eso es el mayor logro de su vida. » Se giró para elegir varias cosas más. » Mire, ahí está Paula.

»Sí, lo sé. Paula está más urgida que yo. » Voltee hacia él.

»No, me refiero que ahí está Paula » La señaló, fuimos hacia ella y no puso buena cara al verme.

»Creo que iré a esconderme por allá. » Informé y caminé lejos de ellos.

»Val, ven acá. » Paula me llamó. » Mejor ayúdame a escoger algunas cosas, tienes buen gusto. » Me sonrió.

»¿Acabas de hacerme un halago? » Pregunté extrañada.

» Sí, es la verdad. Tienes muy buen gusto.

»Wow, yo siempre pensé que me detestabas, pero todos me decían que no era cierto.

»No, Val, no. Nunca escuches a otras personas, siempre sigue tu intuición. — Paula me sonreía, me confundí.

—¿Quién es Paula? — Ciro me preguntó. 

—La asistente del señor Alexander.

—Bien — Parecía apuntar en su libreta. — ¿Después que pasó?

—Me fuí porque empezaron a hablar del trabajo y entonces… lo ví, German veía las cunas, pero me acerqué porque no tenía sortija, había bajado mis estándares tachando a los hombres sin hijos de mi lista. Así que si tenía hijos, pero no estába casado y no vivía con su madre era perfecto para mi.

—¿Y qué pasó cuando te le acercaste?

—Descubrí que Germán era un gran hombre, no estaba buscando una cuna para su hijo, si no para su sobrino. Su hermana iba a tener un bebé y él quería regalarle la cuna. Le ayudé a elegir una y mientras hablamos sobre nosotros, yo le conté sobre lo que estaba pasando en casa con Sam y Michelle y él me contó que su hermana será madre soltera, que un hombre sólo se burló de ella, se burló de su inocencia y se fue. 

—Es triste. —Comentó Ciro.

—Sí, pero hablamos sobre lo bonito de ser madre, de tener un hijo y también de él, de mi y esa hora juntos fue muy corta, todo terminó porque el señor Alexander me voceo en la tienda. Germán me dió su tarjeta y además me pidió mi número después de preguntarme si el señor Alexander era mi esposo.

—Ahora entiendo. ¿Qué pasó después? — Ciro seguía hablando conmigo. 

—Cuando el señor Alexander y yo llegamos a casa, Michelle y Sam no estaban. Santiago estaba en el sillón de la sala, el señor Alexander se enojó mucho, tomó al muñeco y lo llevó a su oficina, me pidió que en cuanto llegaran ellas, pasáramos Michelle y yo a su oficina. Aproveché el tiempo y respondí el mensaje que Germán me había enviado.

Mi bella niñera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora