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... La biblioteca estaba solitaria, solo la pequeña señora en el mostrador acomodándose los anteojos y mirándolo de reojo mientras atravesaba las puertas de la biblioteca y caminaba con la prisa de alguien que era perseguido. Sus ojos viajaban en todas direcciones buscando el lugar correcto en donde descansar, decidido a llegar a la mesa en un pequeño cubículo al final del camino, que ahí sería su lugar, cuando finalmente llegó de dejó caer lentamente sobre la silla, suspirando cansadamente y sacando su libro de la mochila.
—No es cierto—se encontro murmurando suvamente cuándo dos ojos verdes brillaron detrás de aquel estante negro repleto de libros que dejaban ver qué había detrás de esas pequeñas aberturas.
Armin no se movió ni un milímetro, respirando agitadamente.
1,2,3. 1,2,3. 1,2,3.
Y se encontró contando repetidamente esa enumeración en su mente, después de respirar normalmente formó un puño con su mano derecha y con la otra apretó su libro café, fue tan solo una alucinación producto de su clara ansiedad de haber salido de su confortable hogar.
Armin ya no se sentía olvidado, y empezaba a creer que ya lo estaba superando, el ya no se sentía el mismo, pero estaba seguro de que finalmente se había vuelto alguien más fuerte.
Siguió con su libro leyendo cada letra y cada emoción que le erizaba los pelos.
"—Tienes que dejarme ir Anastacia, creí que estabas segura de que querías casarte conmigo, pero estás aquí y veo la tristeza recorrer tu rostro, tienes que dejarme ir, te lo pido.
—Pero Richard, eres tú quien no me ama, ayer bajo la luz de la luna te vi y te escuché decírselo a Lily, que no amarías a nadie más que a ella, que nosotros no pensábamos en el amor."
Armin se entristeció por Anastacia en esta historia ya que ella era quién estaba sufriendo verdaderamente.
"—¿Lo vistes y aún así llegaste hasta acá Anastacia?
—Es mi tristeza lo único que es real aquí Richard, lo demás es tu propio engaño, pero quería aún así intentarlo porque yo de verdad te amo y supongo que mi amor es por ti como tú amor es por Lily. Pero no quiero mentirme más, y te dejo libre, por lo menos uno de los dos tiene que ser realmente feliz..."
Armin no pudo más con la pena y lágrimas de tristeza se derramaron en sus mejillas, tan inmerso en la historia y viviendola casi como propia.
—¿Qué pasa por qué lloras?
El rubio salió de su ensoñación, agitando la cabeza suavemente, una figura frente a el, quién podría ser.
—Es la historia, es como si yo la estuviese viviendo—murmura aún sin saber quién es la persona que habla.
—Armin...
Armin alza la vista y por fin descubre quién es aquella figura, entrecierra los ojos y mira confuso.
