"La realidad se vuelve dura cuando no sabes aceptar el dolor y lo ignoras pensando que así se irá"
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... Quizás el no podía recordar cómo había llegado ahí y había despertado bajo un árbol con luces de colores.
Lo representaba, como si las luces esperarán por el, advirtiendo de su presencia o de que el no pertenecía ahí.
El dolor en su cabeza le recordaba que algo no estaba bien.
Sus ojos llenos de lágrimas que no podía detener.
Pensando si estaba soñando como lo había hecho por primera vez cuando era niño y los muros lo rodeaban.
Increíblemente eran paredes de flores, ni siquiera recordaba los colores que habían ahí, solo que eran de flores.
Y debajo de el no había sombra, ni siquiera debajo de los rayos del sol.
Y una voz parecía susurrarle al oído 4 cosas.
1. Flores.
2. Paredes
3. Muros
4. Nada nos detiene.
¿Qué era esto que sentía?
Como si su alma estuviera ahí pero su cuerpo le pedía fuertemente que volviera ahí.
Como si le gritaran que intentará cruzar los muros.
Las inmensas paredes de flores.
¿Pero para que cruzar algo desconocido?
Algo que ya había soñado y que no había podido cruzar.
Suspirando se puso de pie, pero le dolía todo el cuerpo y lo sentía tan pesado.
Entonces se arrastró hacia la orilla, tocando con sus dedos las flores cercanas.
De pronto se quedó quieto porque las flores le quemaron los dedos.
Y parpadeo un par de veces antes de poder ver quién estaba frente a él, pero era imposible, como si este ser estuviese creando una barrera para que no se le pudiera ver en lo absoluto.
—¿Dónde estoy?—Eren pregunta aún en el suelo.
Y nadie responde, solo se ollé un silbido acercarse y alejarse en un vaiven interminable.
—De un mundo nacemos... De un mundo caemos...
Eren escucha el murmuro que se reproduce de la misma manera que el silbido un eco y una repetición lejana y cercana.
—¿Sera él?, ¿será él aquél que te llena el alma?
Y Eren no entiende nada, casi como si esto ya lo ha escuchado en algún otro lugar.
Pero aún no se mueve de ahí.
—El amor real nunca muere, solo muere el cuerpo.
Los muros no pueden separarlos, ni las flores, ni los cerezos.
