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La lluvia caía fuera de las pequeña habitación en la que estaban, envueltos en mantas y con un tazón de palomitas.
Mientras veían con emoción Love Simon como por tercera vez en la semana.
A veces Armin se preguntaba en que momento todo había llegado a este punto y en el colapso mental que lo atrapó durante los últimos meses.
Al final lo estaba disfrutando libremente pero aun asi era casi irreal que Eren le sonriera a su lado.
Pero no necesitaba palabras para transmitir sus dolencias o sus frustraciones, Eren lo conocía tan bien que no era necesario explicarlo.
El castaño se acerco y lo tomo de los hombros, le dió un cariñoso beso en la cabeza y le sonrió.
—Ya me canse de las despedidas Armin, solo quiero quedarme aquí el tiempo que sea necesario para contemplarte en cada segundo de mi vida. Quiero pensar que nos quedaremos aquí un buen tiempo y podremos armarnos con libertad.
Armin dejo de lado sus penas y le dio un beso pequeño en la mejilla a Eren.
—Eso es lo que va a suceder Eren, porque al final sin importar que el mundo quiera separarnos siempre volveremos al mismo punto, nuestros corazones estan tan unidos que la vida ya sabe que nos pertenecemos.
Ambos se sonrien y mas aún cuando recuerdan que es navidad y que eso significan muchas cosas especiales.
Como el famoso beso bajo el muerdago, sin importar cuántos veces se hayan besado nunca dejaban de sentir las mariposas en sus estómagos.
Aunque quedarse en casa encerrados por toda la noche era lo mas hermoso, mientras estuvieran juntos no importa lo que hicieran.
Pero tenian deberes que hacer, porque ya se habian comprometido a participar en el amigo secreto y Armin había prometido cocinar sus famosos pastelitos.
El clima no los favorece pero solo es una pequeña llovizna que esta diciendo adiós por un tiempo.
Casi como si se estuviera despidiendo de ellos forzosamente porque ambos amaban la lluvia.
Tal como se predijo después de que se cambiarán de ropa y buscarán la ropas más abrigadas, con bufandas y guantes, la lluvia ya se había ido.
Cerraron con llave la casa y se encaminaron a casa de Carla que no quedaba lejos.
Cuando llegaron la puerta estaba abierta y habían luces parpadeando por toda la casa, el enorme árbol en medio de la sala era lo más llamativo, este contenía varias bolas de colores con los nombres de los integrantes de la familia.
Carla al ver a la pareja, se levanto de inmediato de la mesa y corrio a abrazarlos con cariño.
—Mis niños—comenta con el mayor cariño posible—verlos me da tantos años de vida más—admite.
