Hoy la Sultana Kösem ha decidido invitarnos a salir de paseo a bordes del río. Han puesto varias tiendas y las Sultanas y yo hemos salido con nuestras carrozas hasta un lugar hermoso. Comemos, charlamos y escuchamos música. La sultana Kösem organizó esta salida con el objetivo de crear un mejor ambiente entre las mujeres del Harén del Sultán. Han venido con nosotras también algunas de sus preferidas.
— Haseki— me llama la sultana Ayshe— El otro día la escuché cantar con sus sirvientas, cantaba... ¿Cómo era la cantiga?— mira a una de sus sirvientas esperando una respuesta que nunca llegó— Una de esas cantigas de trabajadores y esclavos. Pregunté y me dijeron que limpiaba su cuarto— eso último que dijo causó risitas y susurros por parte de las otras mujeres— Bueno, no sé si eso usted lo sabe Haseki, pero aquí, en palacio, siquiera las favoritas del sultán ponen un dedo en el agua para limpiar— suelta una risita burlona— he de admitir que es una mujer muy trabajadora Haseki.
Sonrío con cinismo, la Sultana Kösem me mira y sonríe intentando calmar los aires, pero yo suspiro eliminando aquel ambiente pesado en el que todo el mundo esperaba mi respuesta. Tomo un trago de mi taza y miro a Ayshe
— No sé si usted lo sabe Sultana, pero Allah nos dicta que seamos personas limpias, puesto que la limpieza trae la pureza— suelto una risita cínica— Claro, sería complicado que lo supiera si no lee los libros sagrados. Pero déjeme guiarla Sultana, suelo leer aquellos versos cada día, porque tras cada verso dictado por el ángel Gabriel, por cada verso de las palabras de Allah, se esconde una realidad científica, y déjeme decirle que yo soy una mujer que cuida mi limpieza, mi pureza, y sobretodo mi religión.— Es cierto, usted es una mujer bastante instruida Haseki— interviene Semsperi Hatun
Le sonrío con ternura.
— Muy amable de su parte Semsperi Hatun, pero mi objetivo no es mostrarme altiva ni mucho menos, allah nos indica que debemos ser personas humildes, porque ante Dios seremos todos de igual valor— puedo ver a la sutlana Ayshe rodar los ojos con desprecio— Y como le decía, Sultana, yo la guiaré. Dios nos dice que debemos estar limpios para eliminar al Sheitan. Vaya al versos 4 y 5 de la sura 74, El Arropado. Allah dice «Y purifica tus vestiduras. Y huye de toda impureza»— puedo ver a todas las mujeres atentas a lo que digo, tomando de sus tazas— Y os estaréis preguntando ¿Cómo se purifica? Pues Allah también explica qué se hace para limpiar las impurezas. Sultana— la interpelo— Capítulo octavo, verso 11 «os devolvió la seguridad, e hizo descender una llovizna del cielo para que pudiérais purificaros con ella. Allah quiso con esto apartar de vosotros los susurros de Satanás, afirmar vuestros corazones y afianzar vuestros pasos» Eso significa que el agua es el utensilio para limpiar y purificar. Hoy en día existen otras cosas, como el jabón, la esponja... Pero siempre necesitamos del agua. El agua, cuando nos bañamos, nos da una sensación etraña de pureza, y tras una buena ducha, tras limpiar bien tus ropas, tu lugar de estar, te aseguras y te tranquilizas, porque te quitas el peso de las impurezas— miro a la Sultana y sonrío— ¿Ahora comprende mejor sultana? Soy una mujer creyente que cumple con los mandamientos de Allah. Y a parte, amo la limpieza y no soporto la suciedad.
La sultana Kösem carraspea y coloca su taza sobre la mesa haciendo ruido.— Haseki, es usted una mujer muy bella, por dentro como por fuera. Quisiera tenerla como consejera. Quería pedírselo hace algunos días, pero ya sabe, usted tuvo algunos asuntos más importantes que atender— me lanza una mirada cómplice— Y yo sola me ocupo de todo el palacio, quisiera tenerla como contable y consejera, y recibirá una recompensa por ello.
Me quedo perpleja mirándola por unos segundos, hasta que me percato del silencio y de las miradas asesinas que de repente me lanzan. Asiento y sonrío intentando tragar el nudo de mi garganta con un trago de té. Ella me devuelve la sonrisa y hace una seña a las músicas para que toquen algo.
ESTÁS LEYENDO
La tercera Sultana
Novela JuvenilShahrazed, mujer instruida y libre, es obligada a casarse con el sultán. Conocedora de las ciencias y amante de la filosofía. Pero una mano no puede apagar el fuego que ilumina el interior de Shahrazed.