Nusaybah bint ka'ab #2

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Horas y horas pasan sin rastro de consciencia de Murad. Estaba completamente inconsciente y hasta deliraba.

Cuando el día se hubo iluminado y la luz se hubo echo en todo el lugar, me decidí por escribir una carta. Padre debía ayudarme. Tomo un poco de la leche que traje conmigo y para no perderlo, pongo el anillo real entre mis pechos.

De pronto escuché mi nombre. Murad llamaba mi nombre. Me acerqué a él y tomé su mano. Sus ojos estaban entreabiertos y su mano apretaba la mía.

— Me persigue Shahrazed.

Está volviendo a delirar, mas esta vez con los ojos abiertos. Aquello era una buena señal. Ya comenzaba a despertar. Le quité, con mucha dificultad, parte de su vestimenta, sobretodo la parte de arriba de su vestimenta. Le di unas palmadas en la cara y al prestarme atención, lo levanté y lo arrastré como pude al lugar mojado de la zona. Lo senté sobre una piedra y al hundir sus pies en el agua fría, sus pulmones se llenaron de aire y sus ojos se abrieron de golpe. Debía bajarle la temperatura y si bien esta es una forma brusca, es la única que tengo en mano.

Tomo el agua en mis manos y mojo su rodilla. Subo un poco más su pantalón por encima de sus muslos y comienzo a mojar sus piernas.

Él parece recobrar su fuerza en un instante y toma mis manos con la intención de pararme. Mas consigo deshacerme de ellas.

— Shahrazed— decía tiritando y sobrecogido— para por favor. Me voy a congelar.

— Murad tienes que despertar.

— Estoy despierto Shahrazed, estoy despierto

Tomo más agua y lo dejo caer sobre su espalda. El agua que se escurría de su cuerpo bajaba caliente.

— Shahrazed quiero hacer mis necesidades—me repetía una y otra vez.

Aquella era otra buena noticia, eso significaba que si bien quedaba algo del veneno en su cuerpo, la mayor parte iba a ser evacuada.

Lo ayudo a ponerse en pie y nos sumergimos poco a poco en el agua, ante su respiración acelerada y sus tiriteos. Me sujetaba con firmeza. Lo suelto una vez que el agua llegaba a su cintura, y a mi barriga. Doy media vuelta.

— Haz tus necesidades en el agua.

Él obedece tiritando esta vez menos, puesto que está comenzando a habituarse a la temperatura del agua. Una vez que sentí que comenzaba a caminar a fuera del agua, lo alcancé y comencé a poner agua sobre su cabeza. Debía bajar su temperatura y no le iba a permitir salir sin conseguir lo que quería.

— Shahrazed, déjame salir.

Está debilitado, por lo que es medianamente manejable. Finalmente lo ayudo a salir del agua, y la felicidad me invade cuando lo veo caminar sobre sus pies. Con los trozos de tela que dejé secos, seco su cuerpo y le pongo algo de ropa y lo tapo con mi caperuza. El fuego aún está encendido, por lo que pude crear un pequeño ambiente cómodo para permitirle descansar. En ese tiempo comienzo a redactar dos cartas. Una iba a ser destinada a palacio, la otra la enviaría al puerto de Estambul. Si no me equivoco el barco real aún está ahí. Sello las dos cartas con el sello real y cera.

— Murad— le susurro al oído— iré a la casa de padre.

Él no me responde, me apena dejarlo solo, pero debo irme.

Tomo el caballo y cabalgo hasta la casa de padre. Él aún no había partido en su viaje de comercio. Nada más verme me hizo entrar en casa y cerró puertas y ventanas

— Hija ¿Qué ocurre? ¿Es Murad?

— Sí, el pacha Ahmad tomó el palacio y pude huir con el sultán. Fue envenenado y con suerte conseguí hacerle despertar. Necesito el antídoto, algo de comida y ropa,y que envíes estás cartas.

La tercera SultanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora