Sé libre querida
La voz de Mama Aicha aún sonaba en mi cabeza cuando mis ojos se abrieron de golpe. La luz es tenue, escucho el ruido de los cubiertos golpeándose, junto con el cantar de lo pájaros.
Intento moverme pero el dolor me mantiene anclada. Siento una enorme presión en el pecho y a penas puedo mover las piernas debajo de las mantas. Estoy tumbada bocabajo sobre un colchón que desconozco.
— Haseki, no se mueva— la voz de Handan se acerca a mí
Abro los ojos para mirarla y no puedo evitar recordar lo último que le dije.
— Eres libre ¿Qué haces aquí?— intento decir, sin embargo mi voz sale rota y casi incomprensible.
— Haseki, dentro de poco llegará el Sultán— dice mientras me cubre hasta el cuello.
Consigo mover mis brazos e impulsarme para darme la vuelta y quedar sobre mi espalda. Sin embargo un fuerte dolor y picazón se instala en mi espalda, y Handan frunce el ceño adolorida.
— Las Hakimas le han puesto un bálsamo y vendado las heridas de la espalda. No se mueva mucho por favor.
Las puertas se abren y Handan hace una reverencia. Puedo intuir quién es. Mas no puedo girar la cabeza y mirarlo directamante. Aunque tampoco sé si me gustaría mirarlo. las sirvientas vuelven a hacer una reverencia y salen todas, cerrando las puertas tras de sí.
Sus pasos se acercan un poco más a mi lecho. Siento mi estómago revolverse y cierro los ojos al sentirlo cerca, aguantándome las ganas de vomitar.
— Me dijeron que ya te levantaste— aquella voz.
Abro los ojos para encontrarlo sentado justo frente a mi, mirándome desde su superioridad.
— Me levantaría a hacerle una reverencia alteza... Pero ya ve el estado en el que estoy.
— Esta vez te lo perdono— me vuelve a repetir con su misma superioridad.
Giro la cabeza a otro lado, verlo despierta mis demonios.
— Veneno de alacrán... Me pareciste una mujer inteligente los primeros días de matrimonio. Pero ya veo que sólo era una imagen superficial.
— Tiene razón alteza. Si fuera inteligente habría tomado ese veneno hace semanas
Escucho cómo suspira ante mi comentario.
— Aún no se ha demostrado tu inocencia. Te saqué de allí porque tienes que ir a ver a tu padre.
Nada más escuchar eso me giro hacia él y me incorporo sobre las sábanas.
— ¿Qué le ha pasado?
De pronto comienzo a escuchar mi agobiante pulso en mi oído y mi pesada respiración, ahogando la voz de Murad.
— Ha sido atacado por un grupo de...
No sé cómo me puse en pie y caminé hasta la puerta, pero cuando pongo la mano sobre los pomos y voy a empujar la puerta para abrirla e ir a ver a mi padre, vuelo en el aire y vuelvo a caer sobre las sábanas. Intento pelear contra la fuerza que me deja inmóvil, hasta recibir un golpe en mi mejilla, que me hizo girar hasta escuchar mis vétebras crujir.
— ¡Estás desnuda! ¡¿Pensabas salir así delante de los sirvientes?!
Todo sonido vuelve a mis oïdos y veo su espalda dirigirse a paso ligero y enfadado hacia la puerta, la cual habre con furia y ordena a las sirvientas que me vistieran. Mientras él me esperaba abajo.
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La tercera Sultana
Novela JuvenilShahrazed, mujer instruida y libre, es obligada a casarse con el sultán. Conocedora de las ciencias y amante de la filosofía. Pero una mano no puede apagar el fuego que ilumina el interior de Shahrazed.