Mariam Al-Ijiliya ( "Al-Astrolabi")

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Nunca habría imaginado los gastos de palacio tan costosos. Y haciendo los cálculos las cuentas no salen, y en el caso de que esto sea real, puede significar un crimen. Hace días que leo y releo los informes que la Sultana me dio, pero necesito más información. Sobre el papel es cierto que las cuentas no son exactas, pero ¿Se gastará realmente todo en lo que hay escrito en la hoja? Me asusta mucho hasta pensarlo.

— Pero Handan, las cuentas no concuerdan.

— Haseki, para mí, la Sultana Kösem supo que podrías ser un peligro para ella y por eso te dio este puesto.

Miro a mi sirvienta que sirve granos a los pájaros.

— Hadan, no te pases, eso que dices puede ser muy peligroso.

— Haseki, es usted muy inocente— se acerca a mí y toma la taza de mi escritorio— El techo de este palacio gotea sangre, todos y cada uno de ellos tiene secretos oscuros por los que se podría cortar su cabeza— Sacude un poco los cojines y los coloca en su lugar— Y la Sultana Kösem te puso de consejera para hacerte cómplice de su crimen. Así no podrías hablar porque tu cabeza también rodaría.

— Handan, basta de tonterías— la miro por unos segundos. Debo asegurarme de la veracidad de sus palabras— Está bien, me aseguraré yo misma, y te demostraré que la Sultana Kösem no tiene nada que ver, y que el dinero que falta es robado sin que ella lo sepa.

— Haseki, yo no he dicho nada, es más, me encantaría que la sultana madre no tenga nada que ver, al menos tendrías a alguien en quién confiar. En este palacio es muy complicado confiar en alguien, se lo digo por experiencia Haseki.

La miro con cierta curiosidad. En realidad tiene razón, aún no conozco nada de éste palacio más que el harén y el cuarto del sultán. Además por mi castigo encerrada en mi cuarto, no he podido conocer nada. Pero necesito que todo se pase con discreción. Y si tengo que descubrir quién es el ladrón tendré que caminar con pasos de plomo.

— ¿Quién se ocupa de escribir las cuentas en el cuaderno?

— Dul-Fakar Agha— Handan me sirve otra taza de hiervas, necesito estar concentrada— él se ocupa del ala del sultán, pero también de anotar todo lo que entra y sale de palacio.

— ¿Es de fiar?

— No, es un hombre muy fiel a la Sultana Kösem. Cuenta que él estuvo cuando la Sultana Safiye, bis-abuela del Sultán, estaba aún viva. Se casó con su hija y... En fin, historietas en palacio que no tienen fin. El caso es que nunca se separó de ella— Cambia mi tintero— Es cierto que ahora anda en sus últimos días, está bastante enfermo, pero aquellos informes que tiene en mano él los escribió.

— Un hombre mayor, ¿No pensó Murad en cambiarlo?

— Sí, pero la Sultana Kösem siempre se las apañó para dejarlo en su puesto.

— Está bien Handan, ve a ver por dónde andan en mi jardín.

Ella hace una reverencia y se va. Comenzaba a molestarme su va y ven de un lado al otro en el cuarto. Y entre los papeles encuentro uno con el sello Sultanal. Parece ser una carta oficial. Y al leerla me percato de la importancia que tiene. Es una carta hacia el primer Ministro para que aumente los impuestos de un 10%, aumento colosal que puede causar la rebelión. La leo y la releo, cuando una pregunta cruza mi cabeza ¿Qué hace esta carta entre los informes? ¿No debió ser enviada? En el caso en el que hubiera llegado a mí por casualidad ¿Que hacía la Sultana Kösem con esta carta?

Handan llega con algunas noticias de mi jardín, y entre ellas el permiso de salir de mi cuarto para ir a verlo. Pero antes de nada, necesito ver al Sultán, que yo tenga esta carta entre las manos puede significar muchas cosas.

La tercera SultanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora