El sol se estaba marchitando detrás de los edificios, y las coloridas luces de New York empezaban a encenderse para alumbrar y hacer de la noche un nuevo espectáculo donde no se apreciaba la oscuridad ni una menguante estrella merodeando por el cielo.
Arthur caminaba con las manos en los bolsillos, preguntándose qué planeaba Alfred al llevarlo un miércoles a una cafetería cuando eran más de las diez. No tenía ánimos de ir a ningún sitio pero cuando se quiso dar cuenta ya estaban allí. Caminando con languidez por la acera. Tal vez el truco de poder salir estaba en no pensarlo mucho.
Varias hojas de Maple le habían declarado la guerra a sus árboles y ahora correteaban entre tumultos, a penas sobre el suelo cuando las luces de los autos pasaban con rapidez a su lado.
—¿Cómo se llama? Blue Bottle Coffee, ¿no es así? —preguntó Arthur inclinándose para mirar de reojo como un concentrado americano miraba la pantalla de su celular.
—Sí, pero...no sé porqué no aparece aquí. —dijo deslizando el dedo e intentando ampliar el mapa digital. Tenía el ceño arrugado y la expresión de preocupación.
Arthur sonrió un poco al ver la cara confundida del americano.
—¿Un neoyorquino perdido en New York?
—No soy neoyorquino —Unos ojos azules lo miraron con intensidad y luego bajó de nuevo la mirada a la pantalla del celular—. Soy de Tennessee. Además esta ciudad es increíblemente enorme. Lo raro sería no perderse.
Arthur levantó la cabeza y dejó que su mirada y sus pensamientos se perdieran y se enrollaran al rededor de los edificios. Él también se había perdido muchas veces allí. Los primeros días de clase habían sido un completo suplicio porque siempre se terminaba confundiendo con los nombres de las calles y las líneas de buses, y terminaba en sitios que no estaban ni cerca de ser la universidad. Era una locura.
— ¡Oh, mira Arthur! Estamos a dos cuadras. —retomó su buen ánimo con una sonrisa orgullosa mostrando la pantalla de su celular.
El inglés asintió y se preguntó que tan extraña y particular era esa situación. Nunca se hubiera imaginado estar yendo a comer scones con Alfred un miércoles en New York.
Al entrar una calidez con sabor a pan esponjoso y olor a café caliente los envolvió como una bufanda cómoda que se colocaba al invitado especial. Suponiendo que era a causa de la hora, no había mucha gente armando barullo. Tal vez por eso el sitio, con sus plantas ornamentales y una música suave transmitía una paz veraniega. Tomaron una de las mesas aledañas a la ventana y Alfred lo primero que hizo fue mirar el menú.
Pidieron unos scones y café. Arthur no había tenido ánimos de negarse al cáfe. Había que darle una oportunidad de vez en cuando. Después de que se les tomara el pedido, quedaron de nuevo envueltos por la música
—Así que...los mejores scones, ¿verdad? —preguntó Arthur recorriendo la mirada por el lugar.
—Bueno, no sé mucho de scones —admitió Alfred con una media sonrisa—, sería mejor que un inglés compruebe si realmente son los mejores.
El inglés se mostró divertido con la idea mientras sonreía. En cuanto les sirvieron sus pedidos, Arthur tuvo que admitir que se veía bastante bien. El café a penas polvoreado de chocolate y los scones acompañados de un pequeño pozuelo con mermelada de mora, se veían bastante bien. Tomó el tenedor y empezó a cortar un trozo para probarlo. Alfred observó sus modales mientras él comía directamente la tajada servida envuelta en una servilleta como si se tratase de un embutido.
—¿Y qué tal? —le preguntó Alfred masticando su porción, observando como el inglés había hecho todo un proceso para comer un simple trozo untado de mermelada.
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Después del Invierno (UsUk)
Fiksi PenggemarArthur Kirkland no tenía inconvenientes con compartir apartamento para dividir gastos. El costo de un apartamento en New York era una inmensidad que ensombrecía su triste presupuesto de estudiante universitario. Por lo que, firmó el contrato sin da...