Jacintos

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Las vacaciones se sentían como pararse en el lado donde está el sol sin que ninguna preocupación o trabajo nublara su mente. Caminó con paso liviano silbando una canción mientras Staple Street se hacía cada vez más grande y nítido. El fin de los exámenes también significaba que tenía más tiempo para reunirse con Arthur. Podrían hacer algo juntos por fin después de dos semanas de cero citas y cero visitas a la casa del otro porque era imposible concentrarse en pruebas si estaban juntos. Una sonrisa se asomó y miró a lo lejos el jardín.

Como el Sr. Winger estaba ahora en las tierras cálidas de Australia, tuvo que abandonar el cuidado de sus flores que en su momento habían sido su mayor preocupación. Pero no era alguien irresponsable por lo que le había encargado sus retoños a Arthur hasta su próximo regreso a fin de año.

El inglés le había comentado que le parecía un trabajo exhausto y tampoco tenía tiempo para cuidarlas así que no sabía que haría con ellas. Se veía enojado por el encargo. Sin embargo, cuando Alfred se acercó a la rejilla de su antiguo departamento encontró a Arthur en cuclillas mirando con cariño a la rosa que estaba bañando con un poco de luz y agua de cristal como si fuera una criatura que necesitase el máximo cuidado. Tenía una sonrisa y un brillo en sus ojos verdes que le cosquilleó el corazón.

Era un cuadro que no quería perderlo en su memoria, así que con el sigilo de un ratón deslizó el celular de su bolsillo y acercó el foco de la cámara del celular a su novio.

—¡Hey, Arthur! —Lo llamó para que mirara a la cámara.

—Qu —Al distinguir el flash, se le arruinó la sonrisa y se levantó con un ceño fruncido—. ¡Sabes que no me gusta que tomes fotos así por sorpresa! ¡Bórrala! 

Alfred se rio y guardó el celular antes de que cayera en sus garras.

—Pero es que si no lo hacía, lo iba a perder.

—Solo bórrala. ¿Por qué siempre es lo mismo contigo? Es de muy mal gusto tomar fotos a las personas sin avisarles ¿sabes?...Es...—Aunque había empezado a hablar desatando enojo, poco a poco se había dado cuenta que no había caso intentar convencer a Alfred de algo, menos si lo primero que hacía al verlo, era abrazarlo y sonreírle así—. Me rindo contigo.

—Te extrañé un montón—Después levantó la cabeza para ofrecerle una sonrisa—. ¿Qué quieres hacer hoy?

—Um, en realidad tenía planeado un ensayo con la banda...—Alfred se le apagó la alegría un poco—. Entonces estaba pensando si quieres venir conmigo. Nunca has estado en un ensayo.

—¿En serio? ¡Definitivamente sí!

—Pero no te gusta el rock ni el punk, ¿estarás bien?

—Sobreviví a uno de sus festivales, ¡estaré bien!

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Alfred conocía poco a la banda, solo se había formado un borrón de imagen gracias a lo que Arthur le había contado y por la vista de lejos en el festival. Así que en realidad nunca había hablado con ellos y la escasa información que tenía  se borró en cuanto los conoció de cerca. 

Un tipo estaba apoyado en la pared con las manos en el suelo y el mundo al revés. Otros dos le apoyaban a seguir tomando bourbon aunque la gravedad estuviera en contra. Alfred se quedó de pie esperando alguna señal y Arthur se lo tomó muy normal para su sorpresa.

—¿Ahora por qué? 

—Porque Abel perdió una apuesta de que puede tomar una botella al revés.

Arthur solo blanqueó los ojos.

—Por cierto, Alfred vino hoy al ensayo.

—Ah, ¡hola Alfred! —El más ruidoso fue Paul al acercarse a saludar, el otro solo hizo un cabeceo y el último estaba muy ocupado intentando mantener el equilibrio como para hacer alguna señal.

Después del Invierno (UsUk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora