Cuando la noche ya ha trepado por toda la estancia y el silencio resultaba abrumador, el sueño y los recuerdos lo querían vencer pero tenía que seguir estudiando aunque las palabras hubieran dejado de tener sentido pasada las doce. Alfred se fijó en el cielo de tiza que se extendía más allá de la ventana. El alba recién estaba naciendo con ternura y fue el único consuelo que tuvo. Nunca le había gustado malanocharse para una prueba, pero la compañía de Arthur en esas horas hacía que fuera más tolerable.
Sin energía marchó de forma programada y temprano a las clases del lunes. A veces recordaba la conversación que tuvo con Arthur. Se preguntaba si había hecho bien al decirle lo que estaba pensando. Recordar su rostro entristecido cuando se fue de la fiesta, lo entristecía también. No había ningún mensaje ni alguna llamada. Quizás en verdad se había terminado todo.
Las palabras le supieron demasiado fuertes y toscas ahora que las repetía con la mente blanda y ensoñada. Terminar todo. ¿Cómo se puede terminar algo que tomó tanto tiempo construir en una discusión? Era una petición imposible.
Las clases avanzaron sin esperarlo; aunque intentó enfocar su mente, estaba demasiado cansado y triste para hacerlo. Antes del almuerzo el profesor de Psicología Diferencia le entregó su examen para regalarle más tristeza gratis con una mala nota. No es como si no hubiera estudiado. Había pasado semanas estudiando e incluso estaba cambiando técnicas de estudio para mejorar pero a pesar de que estaba convencido de que sabía, su nota no lo reflejaba. A veces no importaba cuanto se esforzara en algo, al final no resultaba. Su relación con Arthur, al final, ¿terminaría de igual manera?
—Alfred, ¿quieres un poco más?—Antonio le ofreció su hamburguesa mientras almorzaban notando el desánimo que envolvía a su amigo.
—Gracias, Toño—aceptó de buena gana empujando una sonrisa—. Esta mañana ha sido demasiado pesada. ¿No quieres comer tú? Necesitarás mucha energía para lo que nos queda de clases.
—No, tranquilo. Yo tengo mi comida casera—contestó con una sonrisa pintada de orgullo. Tenía un recipiente de plástico rojo en sus manos que olía a orégano y pizza—. Una lasaña italiana.
—¿Italiana?—mordisqueó su hamburguesa.
—Hecha por un italiano.
—Ohh.
—Mi novio es muy talentoso, que te puedo decir.
Hizo pasar el trozo de hamburguesa demasiado rápido sin masticar y se empezó a atorar.
—¿Tu...novio? —farfulló—. ¿Eres...
—Bisexual. Sip. —Le regaló otra sonrisa antes de separar los cubiertos de plástico—. Creí que ya lo sabías.
—¿Qué? No. No tenía idea...—Bajó la mirada todavía sorprendido. Solía ser muy despistado para esos detalles. Quizás su sorpresa era demasiado obvia pero no podía evitar ser un reflejo de sus emociones. Se fijo como Antonio masticaba un trozo de lasaña tan tranquilo después de contarle eso. Él, a diferencia de Alfred no tenía problemas con decirlo. Por otro lado Alfred a pesar del cariño que le tenía a Toño todavía no podía contarle sobre Arthur y nunca estuvo seguro si podría contarle algún día. Era un cobarde a su lado.
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Terminada las clases hubiera pensado que allí terminaba pero los días eran largos así que tomó el asfixiante metro y entró a la cafetería en la que le esperaban personas que atender y platos que lavar.
En realidad no tenía de qué quejarse por el trabajo, era de medio tiempo y era flexible con él por ser estudiante. La paga tampoco estaba mal y con ella podía con algunos gastos y el ahorro. Aunque no era todo de color rosa, sobre todo los días en los que venían niños a la cafetería. A Alfred le agradaban y se llevaba bien con ellos, el problema estaba cuando se iban y dejaban la mesa como si alguien hubiera vomitado allí.

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Después del Invierno (UsUk)
FanfictionArthur Kirkland no tenía inconvenientes con compartir apartamento para dividir gastos. El costo de un apartamento en New York era una inmensidad que ensombrecía su triste presupuesto de estudiante universitario. Por lo que, firmó el contrato sin da...