ÚNICOS - Parte 10

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Como tantas noches, antes de dormir, Levi pasaba por el despacho de Erwin. A veces lo encontraba sentado bebiendo solo con la mirada ausente; otras, leyendo informes y escribiendo reportes. Cuando Levi aparecía, le ofrecía un vaso, le servía lo que estuviera bebiendo y le preguntaba qué tal su día. Levi hablaba poco, pero lo poco que hablaba decía mucho. Y Erwin sabía leer entre líneas.

Ese día, Levi parecía bastante inquieto. No solamente era enfado, había algo más que lo preocupaba.

-Ha sido un día intenso ¿verdad? No esperábamos encontrar el cadáver de una camarada en aquellas condiciones. Encontrar el diario de Ilse Lagnar también nos ha abierto nuevas perspectivas, el primer reporte de Hange fue prometedor. Ahora mismo está redactando su informe completo. Conociéndola, no omitirá detalle. Sobre su acto de indisciplina, ya ha asumido personalmente las consecuencias de su imprudencia, y aceptará el castigo que le imponga.

Carraspeó un momento, pasándose las manos por la cara para alejar cualquier rastro de somnolencia. Y entró directo en la cuestión.

-Supe que tuviste un encontronazo con ella-dijo reclinándose en la silla.

-Sí, por su culpa estuvo a punto de morir Oluo.

Erwin lo miró: estaba sentado, con los brazos cruzados, el ceño fruncido, la mirada en algún punto de la habitación. El vaso intacto delante de él.

-La primera vez que escuché hablar de Hange Zoë, fue a Keith Shadis. Mientras estábamos en una reunión me habló de una mocosa molesta, que no paraba de incordiarlo con repetidos informes sobre investigación de los titanes. Curioso, me hice con un par de esos informes. Bien escritos, bien fundamentados y con absurdas teorías, pero lo suficientemente interesantes para picar mi curiosidad. Y fui a hablar con ella. Me lo estuvo explicando todo, una noche entera sin decaer en su entusiasmo, y acto seguido me enseñó su investigación. Estaba todo debajo el colchón de su litera, cientos de papeles de sus investigaciones, perfectamente organizados. Pensé que si una persona sin los recursos necesarios y en una situación tan precaria podía llegar a realizar este tipo de investigación, ¿a dónde no podría llegar teniendo todos los recursos a su disposición? Supe que ella debía ser una pieza fundamental del cambio que quería para la Legión. Alguien entregado, vehemente, apasionado... único. Sin temor a nada ni nadie, por encontrar la verdad. Ella no se rendiría cuando todo pareciera perdido, buscaría la manera de encontrar la solución. Y hoy me ha recordado por qué la escogí.

-¡Pudo morir!-Levi le lanzó una mirada colérica.

-¿Y eso es lo que te preocupa, verdad Levi?-respondió Erwin con una mirada penetrante, dando en la diana.

Levi bebió un trago del vaso. –Sí-confesó.

Erwin sonrió, entendiendo su lucha personal. Evocó un recuerdo lejano.

-Hace muchos años, amé a una mujer. Era hermosa, alegre, vital. Y ella me amaba. Pero mi vida giraba en torno a descubrir la verdad que llevó a la muerte a mi padre, y eso hacía que mis objetivos se concentraran en la Legión. No cabía nada ni nadie más. Ella no entendía por qué prefería esta vida, al calor de sus brazos y a la paz de un hogar. Sinceramente, nadie en su sano juicio lo entendería tampoco. Vi como sus sentimientos hacia mí se apagaban. Yo no podía ofrecerle nada, salvo esperar por un cadáver. Y la dejé marchar.

Erwin bebió otro trago.

-¿Te arrepientes?-preguntó Levi.

-Algunas veces, sí, sobre todo en noches como esta, que tengo que escuchar las penas de mis subalternos- dijo con ironía, y añadió seriamente- Hange es parte de la Legión, la entiende y vive para ella. Eso es una ventaja.

-Levi, la vida es demasiado corta para nosotros como para desperdiciarla. Deberíamos tomar con agradecimiento aquello que se nos concede, porque eso es precisamente lo que nos indica que estamos vivos. El aquí y ahora.

-¿Me estás dando permiso para "confraternizar"?-dijo con una media sonrisa.

-Oh, por supuesto que no, eso está totalmente prohibido en todos los estamentos militares-dijo Erwin sonriendo abiertamente-Como bien sabes, "nadie de la Legión confraterniza", ya sabemos lo "obedientes" que son todos sus miembros en ese aspecto-dijo y volvió a llenar el vaso de Levi.

Cuando Levi, hubo marchado, Erwin se sirvió un último vaso.-A tu salud, Marie-y bebió.

La noche transcurría pacífica. Las patrullas hacían sus rondas nocturnas. Una mujer escribía frenéticamente su reporte. Un hombre taciturno, reflexionaba sobre todo lo conversado con su comandante y amigo.

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