ÚNICOS - Parte 6

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Cada día se sentían más a gusto, uno al lado del otro. Hange siempre le explicaba los resultados de sus investigaciones. Al principio, temió que él marchara como todo el mundo. Pero él la escuchó en silencio, con su mirada gris atenta. Poco a poco, se fue soltando y le ofrecía una opinión sin adornos, una reflexión interesante, algo que no había tenido en cuenta y que la encorajaba a continuar. A pesar de haber vivido en el subterráneo y alejado de una educación convencional, Levi tenía una inteligencia vívida, que se desenvolvía exponencialmente, gracias al estímulo que le ofrecía sus frecuentes conversaciones y los libros que ella le prestaba.

Sorprendida, se encontró pensando demasiado en él. En como le dedicaba esa extraña sonrisa, como si aún no acabara de cuajar, a medio camino entre un mal recuerdo y la confianza.

Hange pensó que lo mejor que podía hacer para estudiar a Levi era verlo en acción. Así que en una de las salidas de los muros, Hange se obligó a analizar a Levi. Subida en un árbol gigante, lo observó. Él se puso de pie sobre el caballo a galope, manteniendo un equilibrio perfecto, disparó los ganchos del equipo de maniobra tridimensional, desplazándose con habilidad de su montura. En una cabriola magistral de doble vuelta, se ancló a la base del cuello del titán, dio un giro extremadamente lento en el aire con las espadas en mano y cogiendo impulso con la inercia, atacó la parte trasera del cuello, en un corte limpio.

-¿Lo tienes, Moblit? - dijo Hange.

-Sí, Líder de Escuadrón, lo tengo todo-respondió Moblit.

Por un instante, Moblit observó la mirada de Hange a Levi, y mientras acababa de dibujar los movimientos del capitán, pensó si ella sería consciente de la admiración que sentía al contemplarlo. Podría ser que fuera necesario, que en algún momento se lo comentara.

En su laboratorio, Hange repasaba los admirables bocetos de Moblit. Había logrado captar la energía y la elegancia de los movimientos de Levi. Mientras miraba su rostro, agitó la cabeza como tratando de espantar un pensamiento inoportuno. Concienzudamente, cogió un lápiz y comenzó a añadir comentarios a los dibujos. Cuando acabó, los guardó en una carpeta con el nombre de "Levi". Se estiró, tenía el cuerpo agarrotado y pensó que un baño sería buena idea. Uno caliente, relajante, largo... y el rostro de Levi apareció. Sus labios, su torso, sus manos.

Sí, sería un baño largo.

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