SOLO REGRESA - Parte 1

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Debía ser un poco más de las cuatro de la mañana.

Hange está sentada delante de la ventana de su habitación, contemplando el patio del cuartel de la Legión de Reconocimiento, a esa hora, débilmente iluminado por algunas luces y el reflejo de la luna. Desde hacía algunos años, el insomnio se había instalado en su rutina y ya no pudo desterrarlo, asumiéndolo como parte de su cargo de comandante. Quizás debido a sus largas jornadas de investigación, adoraba la noche y el silencio, y lo acogió con resignación.

Ese día, como casi cada día, abrió los ojos a eso de las tres de la madrugada, y supo que no dormiría más. Desde los desastrosos acontecimientos del festival en Marley, su cerebro no descansa, tratando de anticipar cuándo y cómo sería atacado Paradis. Porque sabe, con total seguridad, que el atentado a Marley no quedará sin respuesta.

Bebió un sorbo de té. El té negro y el café no faltaban en la despensa de su habitación, así como algunos enseres que consideró necesarios para sus largas vigilias de trabajo. Una pequeña cocinilla, una tetera, menaje de cocina, fruta de temporada, algo de pan y queso; algunas botellas de licor y de vino. Las últimas que recibió, obsequio de Yelena, las guardó en lo más recóndito de la despensa, con la intención de no abrir ninguna. Desde que le estrechó la mano, supo que esa mujer no era de fiar. Algo turbio escondían sus ojos y por descontado, no probaría nada que proviniera de ella.

Desde la penumbra contempló el cambio de guardia. Los jóvenes reclutas se desplazaron a las garitas para el último turno de noche y otros tantos marcharon a descansar. Ella ya no recuerda bien cómo se sentía seguir órdenes, seguir una rutina establecida, esos tiempos le son lejanos. Ahora ella da órdenes en tiempos inseguros y decididamente nefastos. Bebe otro sorbo de su taza y rememora los últimos eventos.

Sasha... Los ojos se le empañan y siente un dolor agudo en el pecho. No entenderá jamás lo absurda de su muerte, a manos de esa niña marleyana que los llamó "demonios" sin conocerlos. ¿Qué clase de doctrina les inculcan a esos niños para odiar de esa manera, a tal punto de sentir orgullo por provocarles la muerte? La estrategia de deshumanización de la gente de Ymir sin duda logró su cometido: para el imaginario colectivo del continente, los habitantes de Paradis eran los monstruos que debían ser exterminados.

Un nuevo dolor la sacudió. Recordó lo que sintió al escuchar las palabras de los "Amigos del Pueblo Eldiano": desesperanza y rabia. Esta organización quería aniquilarlos en favor de los eldianos del continente, los "buenos eldianos", los que cumplían las normas de Marley. La gente de Paradis tenía que ser sacrificada, como ganado, sin una oportunidad de explicar que ellos eran tan personas como aquellos que querían sacrificarlos, que eran humanos que querían vivir en paz. Que habían vivido durante décadas, con el horror de una muerte brutal a manos de sus propios compatriotas, cruelmente convertidos en titanes, con el único fin de mantener una paz ficticia y los intereses del imperio marleyano. Gente muriendo en las fauces de otra gente.

Recordó el dolor en los ojos de los chicos de la 104. Levi y ella los tutelaron durante los años posteriores a la recuperación de Shiganshina, en donde la Legión de Reconocimiento fue diezmada. Allí murieron cientos de soldados, entregando su vida por Paradis. Allí murieron Erwin y Moblit, dos de los hombres más importantes de su vida. Y si no hubiera sido por Levi, ella piensa que se hubiera hundido. Levi, a pesar de sentirse culpable por la decisión de dejar morir a Erwin, tenía un objetivo y era cumplir la última promesa a Erwin: matar a Zeke Jaeger. Y lo cumpliría. Él se levantó y la levantó. Y se sostuvieron, el uno al otro.

Levi hizo un gran trabajo con su nuevo escuadrón y cada uno desarrolló sus propias habilidades y destrezas, salvo ese chico Floch, quien parecía no querer encajar en ninguna parte con sus perennes quejas. Ahora ellos eran unos jóvenes.

Jean destacaba por su valentía, cabeza fría y arrojo en combate, y se perfilaba como un futuro líder de escuadrón. Connie era rápido y se desplazaba sobre terreno con agilidad y sigilo, Levi le encargó las labores de comunicación. Mikasa era letal: dura y certera, Levi había potenciado su rapidez y dominio de las estrategias cuerpo a cuerpo, que después se encargaba de practicar con sus compañeros. Desde que descubrieron que eran parientes, los Ackerman establecieron una especie de comunicación no verbal que consistía en anticipar algunas maniobras en combate, complejas pero efectivas.

Armin, aunque parecía el más frágil del grupo, demostró ser un soldado muy capacitado. Su gran inteligencia, perspicacia y alto sentido del deber al ser poseedor del titán Colosal, lo impulsó a esforzarse de tal manera, que consiguió la aprobación del alto entrenamiento del Capitán. Sasha era la rastreadora y avanzadilla del grupo por sus cualidades para la caza y su gran destreza con el arco, poseía un instinto innato para olfatear (muchas veces vio algo de Mike en ella) y para escuchar los ruidos, inaudibles para los demás.

Eren... Hacía unas horas que había hablado con él y no reconoció al hombre que tenía delante. Nada quedaba de ese muchacho, voluntarioso y decidido, con el cual habló de titanes toda una noche. Fue la época en que ella vivía solo para investigar, en la cual pensaba que los titanes eran el único enemigo.

-"Dime Hange ¿qué harás, si puedo salir cuando yo quiera? ¡Estas paredes no me detendrán!"-le increpó de manera abrupta y violenta.

"Erwin, te equivocaste conmigo..." pensó. Miles de veces, ella dudó de su capacidad para dirigir la Legión. Era una investigadora, una científica, era una buena líder, pero no poseía el talento de Erwin, para tomar decisiones que costaran la vida de sus soldados. ¿O Erwin también tuvo estas dudas pero nunca las manifestó? Siempre parecía saber lo que se tenía que hacer. Si dudó en algún momento, fue un sufrimiento que padeció en soledad.

Hange se levantó de su asiento y encendió nuevamente la cocinilla. Cuando el agua hirvió preparó más té y se sirvió una taza generosa. Cuando regresó a su asiento, sintió un ligero ruido a un extremo de la habitación. Levi aún dormía.

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