Capítulo 3: Fatalité (2° Parte)

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"Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La misma tensión en el estómago, el mismo desasosiego."

C.S. LEWIS

Ambos hombres se miraron, asintieron y lo miraron.

-Pues te acompañamos.

Él negó.

-Francoeur, déjanos ayudarte.

-Yo iré, amigo, no me lo impidas.

Ambos temblaron al ver que sus ojos brillaban de un intenso color rojo. Él suspiró y asintió.

-Bien, ¿Qué esperamos? ¡Vámonos!

Así subieron al camión, se equiparon con lo que creyeron que sería necesario y partieron. 


Raoul llegó al destino señalado por Francoeur, se bajaron, se adentraron en la callejuela, pero no vieron nada. Ni una puerta, ni una señal, nada.

-Francoeur, ¿Seguro que es aquí?

El insecto estaba seguro, en ese lugar fue cuando vieron cómo eran vistos, en un periódico que había lanzado una mujer que había huido. En la primera plana estaba la figura del monstruo y las tinieblas, de ellos.

La pista era clara para él, pero no entendía porqué no había algo más. Esperaron unos instantes por si aparecía Caos, no lo hizo. Raoul se impacientó.

-¡Estamos perdiendo el tiempo!

Francouer tragó saliva. Trató de pensar, ¿Qué más podía ser? Sus ojos se abrieron enormes al recordar algo.

-...Un rastro...

-¿Perdón?

Francoeur se adentró en la callejuela, mirando las paredes, mirando los adoquines y se detuvo abruptamente. Los otros dos hombres corrieron hasta él y vieron lo mismo, en la pared había sangre, pero esta se esparcía en lo que parecía una línea recta. Y la mano que la había dejado era muy pequeña.

-Es de Lucille- Dijo espantado Raoul.

-Tenemos que apresurarnos, a este paso va a perder demasiada sangre.

Francoeur no se movió. Deslizó sus dedos por el rastro y los observó. Se estremeció y los miró, negando.

-¿Qué pasa, Francoeur?- Preguntó el proyectista de cine.

El insecto volvió a negar y chirrió. Movió su cabeza, confundido.

-...Vamos...- Dijo, luego caminó con paso firme, los otros lo siguieron con todos los artilugios que habían traído.


Llegarían a una bodega. Los tres se detuvieron en la entrada, que era donde se detenía el rastro.

-Deben de estar allí...

Raoul se enfureció.

-¡Ese malnacido me las pagará!

-Cálmate Raoul... ¿Francoeur, estás bien?

El insecto se veía cambiado, ya no era esa criatura asustada, ni terrorífica, ni dulce. Se veía una total seriedad en él, seguridad. Él apretó la boca.

-No...quisiera herirlo...es...era mi...- Suspiró. Sus ojos brillaron intensamente.

-Pero...si le hizo o hace daño a Lucille...yo...

Emile tomó su brazo para contenerlo, él temblaba.

-Estaremos cubriéndote.

-Sí, amigo, él pagará.

Aventuras Parisinas VOL.1Where stories live. Discover now