Capítulo 7: Descenso (2° Parte)

16 0 0
                                    


A la noche siguiente, el insecto se escabulló y comenzó a saltar por las calles de París.

-Debo estar loco.- Se dijo.

Recorrió todos los callejones posibles, las callejuelas, todas las calles, mas no había rastro del monstruo.


A la noche siguiente haría lo mismo, y la siguiente, y la siguiente, así hasta que pasaron cinco días y comenzó a desesperarse.

A la sexta noche, cuando iba saliendo, una voz lo retuvo.

-¿A dónde vas?

Se volteó, no supo realmente que decirle. No era capaz de explicar.

-Voveré pronto, Lune.

Ella frunció el ceño.

-No te pregunté cuando volvías.- Se acercó sobándose las manos. –Te pregunté a donde ibas.- Vio que él abría la boca, pero enmudecía y la apretaba, acongojado. Suspiró pesadamente y lo miró con seriedad. –Lucille también está preocupada.- Logró llamar su atención. Se le acercó aún más y le tomó los brazos. –¿Ella sabe lo que dijo esa vez ese...ser?

Él negó.

-¿Y preocuparla más? No, Lune. Si puedo resolver esto, lo haré.

-¿Pero, cómo?

Él meditó, luego la miró decidido.

-Ahora lo importante es que lo encuentre a toda costa.

-Por favor, pide ayuda a Caos, podría acompañarte, podrías cargarme y así ir los dos.

-No, Lune. Si por alguna razón debemos salir de ahí, no podríamos, nos alcanzaría de inmediato.- La abrazó. -No voy a ponerte en peligro. Es mi deber cuidar de ti.

Ella lo apartó, desvió la mirada y asintió, con pena.

-Está bien.

Él acarició su mejilla y sonrió.

-No te preocupes, estaré bien.


El insecto, vestido de negro y roja bufanda, aterrizó en una callejuela. Miró hacia todas partes e intentó ponerse firme, pero sus piernas tiritaban y no era sólo por el frío que envolvía la ciudad. Su corazón latía rápido, le costaba respirar. Muchas ideas rondaban su mente y se sentía demasiado inquieto.

Respiró profundamente y exhaló, de su boca emanó un vaho tan blanco como la nieve que había visto hace unos días.

Despejó sus ideas con ese recuerdo y se preparó a saltar, sin embargo, se detuvo al sentir sus palpos tiritar.

-Me sorprende bastante lo empecinado que eres. Hace tres días que te veo y, ¡oh!, cada día aumentaba tu ánimo. O tal vez era desesperación.

Francoeur se volteó y respiró de manera cortada. Sentía tanta ira, tantas ganas tenía de golpearlo que tiritaba de la rabia. Pero se contuvo, respiró, serenándose, y se relajó.

-¿Por qué no te acercaste antes entonces?

-No quería arruinar tu gran desempeño.- Sonrió. –Veo que captaste muy bien mi mensaje.

Francoeur apretó las manos, tratando de contenerse.

-Entonces dime lo que quieres decir. Una vez dijiste que éramos muy cercanos, que tu lucha no era conmigo. ¿Es verdad eso? ¿Cuál es tu propósito? ¿Qué fue lo último que recordaste?

Aventuras Parisinas VOL.1Where stories live. Discover now