Capítulo 1: El monstruo y la sombra

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"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos "

Williams Shaskespeare 

París, Francia, año 1910 a finales de Diciembre.

Un accidente en un laboratorio desataría el miedo en el país, Francia. Dos hombres, un repartidor y un proyectista de cine lo habían causado con dos pócimas, una que provocaba el canto y otra que hacía crecer en proporciones colosales. Había surgido un ser prominente, capaz de elevarse por los cielos como un ave, su cuerpo era acorazado y sus ojos brillaban cual demonio. La cuestión es que no fue el único que surgió de esas tinieblas.

Pasaron los días y los parisinos ya no se les permitía salir de noche por temor al monstruo de París. La criatura debía saciar su sed de sangre alimentándose de las palomas que capturaba, aunque el sabor no le fuera de su agrado, pues estaba acostumbrado a la sangre del primate del laboratorio, ser que alguna vez fue su hogar. Sentía curiosidad por lo que veía, aunque sentía temor a la vez...y soledad.

Sus palpos se movieron y levantó la cabeza, había escuchado un ruido. Se dio cuenta que se posaba un rastro de sangre sobre los adoquines, rastro que no había dejado él. Se alzó y siguió tales vestigios, al adentrarse en la oscuridad del callejón se detuvo abruptamente. Ante él se encontraba otra criatura, muy parecida a él, solo que tenía más púas a los laterales de la cabeza y era más alto. El otro ya se había dado cuenta de la nueva presencia y lo miró, no parecía estar tan sorprendido. Se levantó, dejando su presa alada a un lado, y se le acercó. La criatura más pequeña se dio cuenta que sus ojos eran rojos y rasgados.

-Al fin nos vemos.- Declaró el más alto, chirriando. –Yo...crecí antes que tú...pero huiste enseguida. Te he seguido desde entonces.

El de ojos amarillos chirrió en un tono alegre, pero aliviado, ya no estaba más solo, el otro era de su especie y corría por la misma suerte que él. El otro sonrió e hizo brillar sus ojos rojos.

-¿Recuerdas algo?

El más bajo pensó en su pregunta y se dio cuenta de algo, no podía, antes de que creciera no había nada más a lo que podía recurrir. No, había algo, él miraba hacia todos lados, agitado, después saltaría. Miraría al primate, al ser en el cual vivía, miraría hacia el frente, vería la sombra de una figura y dos objetos cayendo hacia él, los cuales chocarían y saldría eyectado. Después pasó lo que pasó, crecería y crecería viendo el mundo que veía enorme cada vez más visible y alcanzable. Se lamentaba de no haber visto a su nuevo compañero, quien sabe por lo que ha pasado. Lo miró fijamente y se dio cuenta de algo, esa sombra que vio antes de la explosión era la suya, él era...él era...

-¿C-Caos?- El otro se sorprendió.

-¿Qué?

-¿Ese es tu nombre? ¿Caos?

-Caos...- Pensó, muchos recuerdos súbitos lo golpearon lo que lo obligó a gemir en un quejido. Todo era muy confuso, trató de retener alguno de sus recuerdos y lo vio, era más joven y estaba acompañado de otra pulga. En la memoria se sentía a gusto y una lágrima escapó de sus ojos. Sacudió la cabeza y se limpió el rostro. El otro estaba preocupado por su compañero y no sabía qué le ocurría.

-Hermano...- Dijo él más alto, asombrando al más pequeño.

-¿Somos hermanos?- Fue abrazado.

-Somos amigos.

La cercanía era agradable, así que el más pequeño se dejó llevar y lo abrazó de vuelta.

-Amigo.

Aventuras Parisinas VOL.1Where stories live. Discover now