Capítulo 6: No es nada personal (6° Parte)

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Los días pasaron y ella recuperó la vitalidad. Pronto volvería la rutina diaria.

Una noche ella salió y se quedó en la puerta.

-¿Qué ocurre?- Preguntó el insecto.

Ella se volteó alegremente.

-¡Mira! ¡Ven a ver!

Él se levantó, se paró detrás de ella y quedó atónito.

-¿Qué es eso?

-¡Esta nevando!

-¿Nevando?- Muchas imágenes golpearon su cabeza. Gimió y la sacudió. -Nieve...

Ella suspiró. Salió y giró con los brazos abiertos, mirando hacia el cielo. Daba largos pasos y giraba bajo la caída de los copos de nieve. El insecto contempló cómo se movía grácilmente por el suelo.

De repente la niña lloró. La muchacha se detuvo y se dirigió a su hija. La tomó en brazos y la arrulló.

-Tranquila...- Se dirigió a la puerta. -Mira.

La infante miró hacia afuera y rio. Estiró sus manitas hacia afuera.

Pauline tomó uno de los copos que había caído en su pelo y se lo entregó. El insecto se le había acercado y también había tomado un copo de su cabellera. Lo observó con detenimiento. La mujer miró su acción y sonrió.

-¿Te gusta?

-Es...extraño.- Vio cómo se deshacía. -Muy extraño...- Miró hacia afuera. -Será mejor que no salgas, hace frío.- Cerró la puerta.

-¿Pero y tu comida?

-Podré soportarlo.

Ella depositó a su hija en la cuna y vio como el insecto se acomodaba en la sábana del suelo.

-¿Te es cómodo dormir allí?- Lo vio asentir. -¿No te da frío?

-Un poco, pero no importa.

-No eres de sangre caliente, te congelarás más rápido.

-¿Y qué quieres que haga?

-Puedes dormir junto a mí...

El insecto la miró.

-¿Por qué?

-Yo tampoco quiero que te congeles.

-Estaré bien.

-De acuerdo.- Se volteó. Se quitó los harapos y se puso la bata. Se acostó y durmió.

Más tarde algo perturbaría su sueño. Abrió los ojos y vio que el insecto levantaba la sábana y se introducía debajo de esta.

-¿Ve que le daría frío? Eres obstinado.

Él estaba temblando, se acostó. Ella se acercó levemente, pero el gruñó.

-No te....a-acerques.

-Tienes que recobrar calor.

-voy...a estar...bien...- Cerró los ojos.

Ella negó con la cabeza, suspiró y se durmió.


Pasó una semana. Pauline despertó de su sueño al escuchar unos quejidos. Apoyó sus codos en la cama e irguió su cabeza y espalda. Notó que la criatura fruncía el ceño reiteradamente, se movía y gemía.

-Don Insecto, abre los ojos.- Se acercó a él. -Despierta, estas soñando. ¡Despierta!

Él abrió los ojos de golpe, luego los cerró y suspiró apoyando la cabeza en el colchón.

Aventuras Parisinas VOL.1Where stories live. Discover now