Capítulo 3 cosas a las cuales añorar ✔

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Rosalía todavía se sentía rara de estar de vuelta habían pasado dos días desde su llegada, extrañaba Francia, allí las cosas eran un poco diferente lo que más amaba era la libertad con que las mujeres vestían a diferente de Londres y sus enormes reglas de vestimenta, pero sin  duda lo que más extrañaba eran las tardes cuando salían a dar una vuelta  por Hayde park con sus amigas Susan y Alice. Desde que tenía memoria las conocía no había nada que no hicieran juntas.

Otra cosa que había extrañado era la comida nunca encontraría nada igual en otra parte. Aunque sin duda su madre y ella pasaron un buen rato en el salón de té de la posada hablando, aunque Rosalía  quería mantener un perfil bajo, no podría librar a su madre de salir, era una mujer muy inquieta incapaz de quedarse en un solo sitió.

Durante todo el desayuno en  que  Lucius las acompaño pudo ocultar su ansiedad por volver,  de sentir su mirada en ella; sabía que tenía curiosidad por su adelantado viaje. Se suponía que regresaría el año que viene luego de culminar las clases que estaba tomando en Paris. Así que después del papelón que venia hacer, debería explicárselo, se lo debía. Ahora la cuestión ¿ Era válido? Porque el Duque, siempre había sido atenta con ella y en sus cartas, ¡Por Dios! Cada vez que le escribía la hacía sentir en el cielo, mariposas en su estómago.

Era un romántico nato, o tal vez alguien muy adulador, ahora ya no sabría con certeza.

Pero Williams tenía algo que hacía pensar más allá, dejar esa vena lógica e independiente que siempre surgía en su cabeza, siempre había soñado con ser una mujer libre, que nadie decidiera sobre ella, merecedora por igual. Habia leído libros sobre muchas mujeres emprendedoras como Mary, había descubierto que le fascina la certeza en cómo describía como algo que podemos ver bello y hermoso, algo que podemos amar al principio luego lo podemos ver horroso y querer eliminar todo pista de ello.

Porque así era la vida, la humanidad, la sociedad. Por eso dos años atrás había comenzado un proyecto que hoy por hoy da grandes frutos, amaba hacerlo, aunque tuviera que hacerlo anónimamente, si no que pensarían de ella.

Susan, Alice y ella tenían similares ideales, compartían la misma pasión los libros.
Se desplomó sobre el sofá, mirando la habitación era básica pero sin duda no dejaba de ser acogedora,  ayer había informado a Susan de su regreso y donde se encontraba y lo emocionada, que estaba por verla.

Dos largos años sin abrazar a su mayor confidente.. Tal vez era algo muy premeditado, pero era necesario.

«Necesitaba a Susan, para hacerla entrar en razón, pensar en él, y no hablarle y verle; y no salir corriendo a verlo, a exigirle una explicación》

Durante mucho tiempo había puesto sus ojos sobre Williams le encantaba, era un hombre simple a pesar de todo no era presumido y nunca intentaba hacerla parecer inferior, siempre la escuchaba atentamente, lo que más le gustaba eran sus charlas sobre literatura.

Se había enamorado de él con el pasar de los años, aunque sabía que el tal vez nunca se fijaría en ella. Pero lo hizo, realmente fue muy astuta en ello.

Era el único amigo intimo de su hermano que la trataba diferente, no cómo esos hombres que piensan que solo era una mujer, en cambio él siempre la tenía en cuenta podían pasar horas y horas charlando.

Desde hace algunos años atrás secretamente, lo anhelaba que él la amara tanto como ella a él. Y fue así, las pequeñas muestras de afectó y esos pequeños celos, que a veces parecía empeñarse en competir con todos sus pretendientes, durante un tiempo pensó que solo la veía como la pequeña hermana de su amigo, sin embargo, luego descubrió que no era así, tenía sentimientos así ella.

Y cuando empezaba a perder las esperanzas, había rechazado a muchos caballeros, aunque su padre sabía que ella solo se casaría con el hombre que amaba, por eso nunca la presionaba. Entonces se arriesgo jugando algo que pensó que no funcionaría, y lo hizo él  la beso de una manera que debe ser prohibida le hizo sentir, como describían en los l libros que leía.

Aunque de la misma que toco el cielo con los dedos cayó, parecía huirle como si fuera la peste, lo cual la hizo cuestionarse.
Por todo ello, aunque se muriera de rabia, le confesó a su hermano que aceptaría la mano de lord Aron, un pillo ha decir verdad, sabía que como siempre el lo conversaría con sus amigos, muy predecible.  Y si el no reaccionaba y no la detenía seguiría no podía quedarse solterona, con apenas veinte años la gente ya empezaba a especular. Tras su le confesó lo que sentía,  y le pidió matrimonio. Aunque en secreto.

Estaban a punto de anunciarlo cuando su madre llegó con la noticia de la persona que ella quería tanto conocer, la aceptaba como su pupila, ese día sintió alegre que por un momento se olvido de él, en ese momento se vio dividida entre dos cosas que amaba, esta apunto de cumplir lo que había anhelado y tenia al amor de su vida. Pero estaba Williams, ella lo amaba, una parte de ella se esperanzaba que él la esperaría.

Una voz alegre inundo el saloncito, despejando la mirada del libro encontró a su querida amiga Susan, y si su madre fuera estado ahí la hubiera reprendido por su comportamiento.

La había extrañado un momento, extrañaba el olor familiar del jazmín que desprendía su amiga.

Por un momento estuvieron así, llamando la atención de quienes entraban en el calorcito, Susan se avergonzó al sentir todas esas miradas sobre ellas.

Tomaron asiento sin poder creer que están la una frente a la otra, sonrieron y soltaron una carcajada, como se habían extrañado.

A la Merced Del Duque ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora