Rosalia se había puesto de mal humor cuando Susan le informó que había invitado a Anabel a su casa para conservar, casi había puesto el grito en el cielo, esta apunto de jurar y decir impropios, Susan era la persona más inocente si no hubiera notado que la joven quería a Williams para ella más de lo que demostraba, porque si él tampoco hubiera estado hablando de esa manera tan íntima eso la hacía enfurecer, ese pijo, cuando lo viera. Todavía recordar cuando los habia visto tan íntimos en la plaza, le hacía hervir la sangre de celos.
—Vamos, Rosa—suplicó—, te prometo que no es mala persona, dale una oportunidad y además hasta donde yo sepa nos personas pueden conversar no veas cosas donde no las hay, por favor.
Rosalia resolplo separándose de su amiga que parecía un chicle pegado a ella. Escuchar a Susan defenderla era lo peor, aunque en una parte quería entenderla pero su miedo a perder a Williams era mayor; lo amaba y no lo dejaría ir tan rápido.
—Ven vamos, después de eso puedes decidir si creerme o no—coloco unos ojitos de cachorro con un mueca graciosa en su cara, perdió la compostura bufando, Susan dio unas saltos entusiasta—. Ves no era tan difícil.
Aceptó la invitación de Susan para acompañarla a tomar el té en su casa, ya que sería menos arriesgado que alguien la viera aparte de la madre de esta pero como le había dicho se encontraba preparando los últimos detalles para el enlace con el Duque de Manchester, además darle una oportunidad de conocerla no le quitaba nada y tampoco ganaba y se obligó a sí misma a dejar atrás los prejuicios que se había creado sobre ella.
Anabel estaba emocionada mientras se dirigía a la casa de su amiga Susan durante los últimos dos años se había hecho grandes amigas, todavía recordaba el empujosito que había hecho para que Henry y ella se dieran cuenta de sus sentimientos; aunque de cierto modo le había parecido raro la llegada de aquella carta ahora que estaba con los planes de su boda a pocos días.
El hogar de la joven no estaba muy lejos de de su casa, tan solo caminar un par de minutos había llegado menos mal y había salido apresuradamente sin notificar aquello a su madre.
Al llegar tocó suavemente la puerta y fue abierta por el Susan. Algo que la sorprendió.
—Pasa—dijo haciéndose aún lado.
—Susi, qué alegría verte. Me sorprendió tu invitación—dijo, mientras ambas ingresaran al saloncito. Le sorprendió a Susan su vestimenta era sencilla a diferencia a los vestidos que solía portar, aquel era sencillo y de un hermoso color marfil con pequeños bordes verdes.
Sin prejuicios Rosalía, se repitió constantemente. Se repitió al verla ingresar al pequeño salón.
— Bueno quería presentarte a alguien, solo que este alguien le gusta ocultarse por un tiempo —sonrió a su amiga.
—Lo sé. Lo que sucede es que imaginé que estarías d emasiado atareada con boda —comentó. Enese preciso momento fue consciente de que había alguien más, por lo que clavó la mirada en la misteriosa mujer y le ofreció una sonrisa de bienvenida, Rosalia estuvo apunto de devolverla sin embargo no lo hizo fue más como una mueca, a Anabel le extraño su vestimenta—. Así que ella es la persona que quieres presentarme—dijo, ambas tomaron asiento en el mueble de al frente de Rosalia—, si me lo hubieras avisado también habría vestido un poco más elegante.
—No te preocupes, tu vestido hermoso— comentó Rosalia.
Aquella mujer le parecía conocida más no sabía de donde, por más que intentaba recordar no recordar.
— ¿Les gustaría un poco de té?—preguntó Susan, ambas mujeres asistieron—. Bueno, ya vengo voy a buscarlo.
A pasar que en el principio Rosalia sintio aversión así la dama, ahora se sentía nerviosa y aquello le pareció ridículo.
—Hola, Anabel. Un gusto conocerte, me han hablado mucho de ti— musito con una sonrisa.
La aludida abrió ligeramente la boca sorprendida por ver a la hermana de Marqués ahí, estaba en schok no sabía que responder. No entendía que hacía aquella mujer allí, se suponía que estaba en Francia eso era lo último que sabía. Ni el duque de Cambridge sabía, si no se lo fuera comentado. A pesar de que su padre solo tenía pequeños negocios tenía conocia a los Suffolk, de hecho muy bien siempre le había llamado la atención Luicis, aquel caballero a quien en ocasiones huía.Pero lo que más le sorprendió fue encontrarla vestida de negro.
«¿Y si le había pasado algo a su madre?»
Debió de poner una expresión horrorizada porque Rosa adivinó lo que quería decir antes de que le pusiera voz.
—Voy de negro para que nadie sepa que he regresado.
—¿Tú madre está bien?
A pesar de lo extraña que le pareció la pregunta, ella asintió. Notó que la pobre se relajaba un poco.
—Creo que nos hemos hecho amigos —anunció con cierta timidez y aunque rosa trató de recordar algún momento en el que ella le pareciera tímida no logró dar con ninguno. Ella era todo menos tímida, y eso lo podía apostar—. Me refiero con su hermano, solíamos pasear algunas veces por el Hayde park en compañía del Duque.
Susan llegó con el té, a pesar del ambiente tensó que se había creado al principio las tres jóvenes descubrieron que tenían mucho en común y el amor por los libros y la escritura era uno de ellos, habia pensado en aquella dama en el pasado como era y sin duda no se parecían en nada, antes que anocheciera ambas jóvenes abandonaron la residencia de la joven Susan antes que sus padres volvieran a casa y quedaron en reunirse o hablar en algunos de los eventos que estaban por venir.
Hasta una gran pensadora, le había dado un par de ideas, para su primer encuentro con Williams; tenía que asegurase que todo seguí siendo igual. Pero a pesar de todo seguí desconfiando de ella, la Anabel que ella recordaba era de todo menos amable, la verdad le sorprendía la amistad entre Susan y ella.
Lo que más le sorprendió es que gracias a ella, su mejor amiga se había arriesgado con Henry. Le habia ayudado a que aquel severo y serio duque le confesara su amor.
Tal vez después de todo no fuera tan mala persona.
Buenas días, querido Londres. Un nueva amistad se forma, una alianza. Que les puedo decir, solo espero que esto no termine mal; porque estar en el medio de algo o de alguien es mucho peor así que cuídate pequeñaB.
Revista secretos de sociedad.
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A la Merced Del Duque ✔
Historical FictionAquella carta había destruido todos los sueños de Rosalia, fue como una dura puñalada al corazón habia extrañado a Williams durante los últimos dos años, lo había añorado mucho más que su propia familia. Habia sido tan feliz cuando le había propues...