Al día siguiente, Rosalía estaba tan eufórica y descansada que llamó a su doncella y, sin avisar a su amiga Anabell, tambien queria hablar con Susana pero sabia que seria de mal gusto hacecarse hasta su casa; asi que se encaminó hasta la casa de los condes en su búsqueda. El ramo de rosas que la recibió al bajar era tan bonito que tomó una de ellas con la intención de ofrecérsela a su amiga, quien era una amante de las plantas.
Hoy para ella paracia brillar el día, esta de muy buen humor. No aguantaba de decirle a Wiliams su amodo, el tan esperado sí. Y su madre, sabia que saltaria de la alegría. Ya podia dar por finalizado el cortejo, sabía que Alice no le molestaria anunciarlo en su fiesta contal la temporada estaba por acabar.
El primero que ofrecía desde su posición de duquesa.
Por todo ello, se puso un sencillo vestido verde de mañanas y se encaminó, junto a su doncella, hasta la casa de su amiga.
Antes siquiera de alcanzar el último escalón, el rimbombante mayordomo de los Condes les abrió la puerta.
-Buenos días, mi lady -dijo al tiempo que hacía sus acrobáticas reverencias.
-Buenos días, Quince. ¿Está Lady anabelle en el invernadero?
-No, está en el salón familiar.
-¿No están en casa Los condes?
Negó con la cabeza. Supiro, de otra manera su amiga nunca fuera salido de su escondite.
-Han partido esta mañana a Kent tras ser llamados por el ama de llaves de Kensigton Cross.
-Espero que no haya sido por nada grave.
-No sabría decirle, mi lady -y añadió-, la acompañaré hasta el salón, pero ¿desea antes que ponga la rosa en un jarrón?
Rosalía se miró las manos. Había olvidado que la llevaba por toda la información que le había proporcionado al mayordomo.
-No será necesario. Es para su señora. Por si desea secarla o extraer alguna semilla.
El mayordomo asintió y comenzó a andar.
Encontró a su amiga sentada en un confortable sillón con un libro en las manos. No hubo ninguna duda de que se sorprendió al verla, incluso pareció incómoda por su presencia. Como si no la quisiera allí y en ese momento se sintio importuna al ir sin avisar.
Rosalia trató de comprender su reacción, pero no tenía sentido. No podía estar preocupada por la aparición de sus padres porque estos no estaban en la ciudad.
Tras media hora de incomodidad por ambas partes, se acabó el té, que le sirvieron y anunció su marcha. Imcomada por la actitud de lady Anabell.
La morena no trató de retenerla y, lady Rosalía decidió que seguramente su falta de cortesía se debía a que se encontraba más a gusto en el invernadero que en el salón de sus padres.
Se encontraba ya a unos pasos de su casa en la misma Grosvenor Square, cuando su instinto le hizo girarse y mirar hacia la entrada de la mansión que acababa de abandonar. Se quedó inmóvil, llegando, incluso, a asustar a su sirvienta, cuando sus ojos se fijaron en el caballero que tocaba en ese instante la aldaba de la puerta y, se quedó allí varios minutos después que este desapareciera en su interior.
Sabia que Williams y ella eran amigos, pero no sabía hasta que punto. Y él le había mentido le habia escrito diciéndole que estaría fuera de la cuidad y regresaría a Londres al día siguiente, pero verlo ahí y entrar como si estuviera escondiendo un secreto destrozo su corazón y con el corazón en la boca y sus ojos empañados aquellas sensaciones de amargura y desdicha, no creía que fuera capaz de aquello.
Habia y ahí estaba la duda, ahora más fuerte que nunca.
Y la pregunta que su madre le había hecho algunos días pasó por su mente ¿Tú lo entiendes a él?, ahora se habia dado de cuenta que no, en aquella últimas semanas solo había pensado en sus sentimientos.
Y con mucho pesar de marcho.
ESTÁS LEYENDO
A la Merced Del Duque ✔
Historical FictionAquella carta había destruido todos los sueños de Rosalia, fue como una dura puñalada al corazón habia extrañado a Williams durante los últimos dos años, lo había añorado mucho más que su propia familia. Habia sido tan feliz cuando le había propues...