Capítulo 9 " Un vestido azul y color plata"✔

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La boda del duque de Manchester con la hermosa Lady Susan collingwood llegó con tanta rapidez que hasta lady Borgues se encontraba tan nerviosa como la novia. Por fin se iba a encontrar con el amor de su vida, solo ese pensamiento hacia que su cuerpo temblará ligeramente en pensar en todas las posibles reacciones del duque ante su reacción, Rosalia no estaba del todo segura de que él aceptara las nuevas reglas de su compromiso.

Pero tenía que ser fuerte, sabía que sus sentimientos por el seguían siendo los mismo, eso le decía su corazón. Porque ya no era una chiquita de aquel entonces, había crecido y conocido, quería la firmeza que el sentía lo mismo, que seguí siendo igual que hace dos años. Tenía que asegurase que su proposición no fue solo por decirla. Habia pensado mucho en este momento hasta en las cartas que ambos se mandaban constantemente, a pesar de la distancia cada una de las palabras que leía era tan fuerte que podía sentirse bien, que estaba haciendo lo correcto, palabras dulces y apasionadas que esperaba siempre con ilusión, hasta que él hace dos meses atrás decidió ya no responder sus cartas, le había escrito a Susan preguntando de manera disimulada por el, pensó que tal vez sus cartas se había perdido, pero cuando leyó lo que su amiga le contaba que él empezaba a cortejar a Lady Anabel, todo ese mundo llenos de ilusiones que había construido para albergar su amor, se había tambaleado, poniéndole delante las dudas que se había negado a dejar salir.

Rosalía retrasó todo lo que pudo su aparición en la iglesia, pero como la más íntima amiga de la novia tenía que ocupar su lugar en el banco más cercano al altar, lo que provocaría que todos los asistentes la vieran atravesar el templo. Su paseo fue llevadero con el apoyo de su hermano y su madre, le daban esa fortaleza que le faltaba para flaquiar. Sentía las miradas de todos sobre su vestido, considerado vulgar, sin embargo aquel hermoso vestido hacía lucir su figura sin aquel horrible corsel, era de un color azul cielo con mangas de encaje y un pequeño escote francés en el vestido, era atractivo, revelador para una mujer soltera pero al final era ella quien lo llevaba.

Saludo a la familia de Susan y tomó asiento al lado de Beti, la hermana mayor de Susan. Se había casado el año pasado con un barón que vivía en Escocia, todavía recordaba aquel hombre rudo y de belleza tosca con quien se había casado.La abrazo fuerte, suspiro y entrecerró los ojos. Abrió los ojos sorprendida al ver su vientre hinchado

—Me alegro mucho de volver a verte —saludó con afecto.

—Igualmente, su gracia. ¡Felicidades!

—¡Oh, no! Por favor, Rosa, ¿puedo llamarte así? —No esperó respuesta—. Nos conocemos desde hace demasiado tiempo como para que me hables con tanta formalidad. Soy Bety querida. Como siempre. 

Ella sonrió.

—Tienes razón. Es solo que estoy nerviosa.

Por Williams, pensó.

La condesa la miró con afecto.

—Va a ser una ceremonia preciosa —vaticinó, creyendo que lo que le preocupaba era la boda que iba a tener lugar.

Aun así, acertó por completo con su previsión. La boda religiosa y el desayuno posterior fueron perfectos e incluso su encuentro con Williams pudo calificarse del mismo modo. Claro, lo que se espera de un hombre de su estatus.

El Duque de Cambridge se frotó los ojos con fuerza cuando vio cruzar frente a él a Lady Rosalía su prometida, mientras su corazón se aceleraba del mismo modo alocado en cuando la veía cada vez. La había extrañado eso no lo podía negar, pero había algo que ya no era lo mismo. Tal vez... Negó, el la amaba y daría todo lo que fuera por ella, hasta su propia vida.

Era una sorpresa pensó, después de todo no iba a tener que viajar a Francia por ella.

La impresión de verla le impidió pensar con cordura. De hecho, pasaron varios minutos en los que se debatió entre acercarse a ella o captar su atención en la distancia para que fuera consciente de su presencia, hasta que comprendió que ella había regresado a Londres sin informarle siquiera de sus planes y sus deseos de acercarse a ella mutaron en disgusto y confusión. «¿Por qué no me dijo que volvía?»

Por todo ello, se pasó la ceremonia pendiente de cada uno de sus movimientos, ansioso por abordarla y aclarar lo que sucedía. ¿Le habría dicho que volvía en algunas de esas cartas que George logró sacarle del despacho? Trató de serenarse hasta poder hablar con ella y aclarar lo sucedido. Tal vez estuviera furiosa de no haber respuesto sus cartas.

No obstante, a pesar de sus preocupaciones, no pudo evitar darse cuenta de lo hermosa que estaba, con un vestido azul celeste y plata que resaltaba su piel. Su belleza rivalizaba con la de la novia, quien caminaba hacía el altar del brazo de su padre.

Por su propia paz mental, se obligó a dejar de pensar en que, aunque ella sabía de su presencia en la iglesia, dada su estrecha amistad con el novio, en ningún momento lo buscó con la mirada. Ni una sola vez apartó la mirada de lo que estaba sucediendo frente a ella,  el tenía que venir y hablar con ella. Estaba vez no sería fácil.

Ding, Dong, suenan las campanas. A qué no fue una hermosa velada, sin duda el amor entre ellos es palpable queridos. ¿ Y vieron LordW? Porque yo si, y puedo apostarle que sin duda las hermanas de sus amigos son a las de elegir.

Y que les puedo decir de LadyR, que atrevida ni yo me atrevería a usar un escote como ese, pero sin duda el azul le hace parecer una ninfa.

Revista secretos de sociedad.

A la Merced Del Duque ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora