Hay ocasiones en los que no sé si sentirme alegre por los festejos o por los eventos a por venir, solo puedo decir que pronto estaremos viendo al LordW parado en un altar.
Revista Secretos de sociedad.
La velada de los Manchester estaba tan concurrida como cualquiera de los bailes que tenían lugar durante la temporada social. Era increíble lo que la suegra de su amiga había hecho, aunque no se podía negar que Lady Susana resplandecía.
Todos están aquí para suponer porque los recién casados no se han ido de Luna de miel. Sin duda, ya había empezado a escuchar algunos susurros. Por placer de su madre, se había puesto un vestido azul claro con bordados en encaje del más fino que cubrían sus brazos. Una exquisitez que se había permitido en Francia.
Al otro lado de la velada se encontraba Lord Williams sin despegar por un minuto la mirada de su prometida, la había dejado descontenta cuando no había accedido a hablar con él, algo absurdo, habían sido amigos durante años. Y iba a aprovechar esta oportunidad para aclarar todo: había sido paciente y comprensivo durante estos dos años; él entendía que ese era su sueño: ir a Francia. Había anhelado su carta donde le decía que volvía, eso lo había desvelado por mucho tiempo; y un evento como este sería genial para hacer el anuncio.
No había ningún motivo que justificara el retraso, la amaba y estaba deseoso de comenzar su vida con ella. La única que quería para la madre de sus hijos.
Seguía dándole vueltas cuando alguien se detuvo a su lado. Se vio obligado por la cortesía a girarse con una sonrisa que se le quedó congelada en los labios cuando vio quien era. Sin duda, no una vista agradable.
—Lady Anabel —saludó por obligación—. Buenas noches.
—Buenas noches, Lord Williams. Qué sorpresa verlo en un evento como este.
—¿Sorpresa? Me gusta bailar—replicó a la defensiva.
—No se ofenda. Lo que quería decir es que pensé que tal vez asistiría a uno de los bailes que tienen lugar esta noche o que tal vez pasaría la velada en su club.
El duque arrugó el ceño.
—¿Por qué pensó en mí, milady?
Ella parpadeó, sorprendida por lo impertinente de la pregunta, tragó saliva apresuradamente, y pasó la lengua por sus labios resecos.
—Por favor, discúlpeme. Es solo que… No quería suponer...
—No se preocupe, mi lord, no es necesario que diga nada más. He captado el mensaje a la perfección —se dio la vuelta dispuesta a marcharse, pero un importante pecho y unos anchos hombros se lo impidieron, al ponerse delante de ella. Enseguida reconoció quien era y se apartó dando una escasa disculpa.
—Buenas noches, Lady Anabel —saludó el marqués de Suffolk.
—Si me disculpa, milord —se excusó ella alejándose a toda prisa de ellos. Huyendo antes que sus padres se dieran cuenta, Dios haría todo lo posible por casarla.
—¿Qué le has hecho, Williams? La pobre ha salido corriendo.
Cambridge suspiró, cansado y se apartó de su amigo sin dignarse a responder.
La única que le interesaba mantener era la que tenía pendiente con su prometida, quien apareció en ese instante por la puerta y clavó sus brillantes ojos en él. Se encontraba en compañía de su madre y la anfitriona de la velada, la esposa de su amigo Enrique.
Aunque tendría que esperar después que sirvieran en el banquete.
—¿Están libres estos asientos?
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A la Merced Del Duque ✔
Historical FictionAquella carta había destruido todos los sueños de Rosalia, fue como una dura puñalada al corazón habia extrañado a Williams durante los últimos dos años, lo había añorado mucho más que su propia familia. Habia sido tan feliz cuando le había propues...