capítulo 10 Reunión entre amigos ✔

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Lord William, Duque de Cambridge, necesitaba pasar una velada con sus amigos o se daría a la bebida. Cortejar a Rosalía estaba siendo más difícil de lo que hubiera esperado. Estar con ella estaba afectando a su cordura. La deseaba tanto que tenía que esforzarse para no tocarla, para no arrastrarla en todos los bailes en los que coincidían, detrás de alguna columna y besarla hasta robarle el sentido.En un intento desesperado por recuperar el juicio, esa noche había cambiado los valses por las cartas y por ese motivo estaba sentado a una mesa en el White ́s, esperando a que Lucius, al que había enviado una nota para que se reuniera con él, acudiera.Iba por su segundo whisky cuando una voz, que no hubiera esperado escuchar esa noche, se dirigió a él. 

—Eso no es lo que esperaba encontrar de un hombre prometido y profundamente enamorado.

Se dio la vuelta para enfrentar a otro de sus mejores amigos, Lord Henry. Él era el único que se había dado cuenta de los sentimientos que albergaba por Rosalía. A pesar de lo mucho que se había esforzado por ocultarlos, su amigo lo había notado. Quizás porque se encontraba en la misma situación que él. Enamorado de la hermana de su mejor amigo, una dama a la que había creído no merecer. Rápidamente se levantó para estrechar su mano.

—¿Qué haces aquí? Creía que seguías de luna de miel. Al menos que ya te hayas arrepentido

—Y sigo de luna de miel, pero al parecer era necesaria mi presencia aquí esta noche para alegrar a cierto amigo deprimido. Sabes, era poco tiempo para que fueras por ella. Luego de esta semana que dejo todo el día, me voy con Susan a Italia.

Williams se dejó caer de nuevo en la silla. Agotado.

—¿Quién te lo ha contado?—Yo —anunció Lucius, que se detuvo a saludar a su amigo Enrique.Enrique se había casado hacía dos semanas y esa misma tarde había partido con su esposa a las afueras de la ciudad, por lo que estaba ajeno a lo sucedido en Londres durante ese tiempo

No obstante, en cuanto supo de su regreso, Lucius le había enviado una nota para que se reuniera con ellos en el club. Tras hablar con ella había acudido allí para animar a su amigo y, una vez cumplida su misión, regresar a casa para acompañar a su esposa al primer baile al que iban a acudir como matrimonio. Estaba emocionado, haberse casado con esa mujer era lo mejor que le había podido suceder en mucho tiempo.

—Creía que te molestaba que quisiera casarme con tu hermana— dijo el Duque de Cambridge con ironía.—Nada más lejos de la realidad. Lo que me preocupaba era que no la amas es lo suficiente. 

Una vez disipadas mis dudas, creo que eres perfecto para ella.Los ojos de Williams brillaron por la rabia. No podía creer las palabras que salían de la boca de su amigo.

—¿Creías que yo no…? Como te has andado de...

—Caballeros —interrumpió Enrique, incómodo por la disputa entre sus amigos—. Hay paz, por favor.

El duque alzó las manos en señal de tregua con una sonrisa traviesa en los labios.

—Deja de provocar a Cambridge o te prometo que no haré nada si decides retarte esta noche. De hecho, es posible que acepte ser su padrino si me lo pide. Además, mejor que nadie.

—Gracias, Henry —dijo Williams alzando su vaso. Frustrado con todo esto.—He   de reconocer que les he echado de menos —anunció Enrique, aunque en cierta parte mentía.—No mientas. Estás demasiado enamorado de Susan y tu mujer es tan encantadora que es imposible que te hayas acordado de nosotros.—Tienes toda la razón, Surfolk

Los tres rieron de nuevo en armonía. La charla con sus amigos calmó los ánimos del duque, que llegó a plantearse ir a la fiesta a la que Rosalía asistiría, cuando Henry se levantó para marcharse a casa y acompañar a su esposa. No obstante, decidió que podía tomarse la noche libre y ser simplemente Williams.Para su sorpresa Surfolk tampoco se marchó, sino que se quedó allí con él.

—Lamento haber ocultado mi compromiso con Rosalía. No estuvo bien. Además ya sabes como es tu hermana.

El marqués alzó la mirada de su vaso.

—Sé lo persuasiva que es mi hermana. No te culpo por querer hacerla feliz. Dios sabe que lleva años haciendo eso mismo—lo defendió el marqués, él sabía cuanto su amigo había sacrificado luego de perder a su padre.
—Eres un buen hermano.—Espero serlo la mayoría de las veces. Aunque…—¿Qué sucede?

Luicis se encogió de hombros.

—Puede que sea nada, pero… ¿Te has dado cuenta de que de un tiempo a esta parte Rosalía le ha hecho íntima de Lady Anabell?—Tú también lo has notado. Creía que se tenían animadversión.—Y así era. Y espero que de ahí no salga un alboroto; ya conoces a las mujeres.

—Y después de los constantes coqueteos de Lady Anabel, cree que Rosalía la evitaría y en lugar de hacerlo la invita a pasear con nosotros. Es… extraño. 

El marqués descartó la idea que le rondaba.

—Tal vez no sea nada y esté demasiado segura de lo que sientes por ella para darle importancia a la actitud de la dama. Solo las mujeres se entenderán.

—Supongo que es posible que sea así.

—Anabel es una persona increíble, además los chismorreos pudieron haber causado una segunda impresión en Rosalía —dijo Henry—, además si ella no me hubiera abierto los ojos hubiera perdido a Susan.

—Es que solamente tú no notabas como se le colocan los ojos cuando estabas a su lado—se burló Luicis, hubo momentos que se frustraban al ver su terquedad al no aceptar los sentimientos por la joven Susan.

A la Merced Del Duque ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora