•Ego•

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Los días fueron de los mas estresantes para la irken, su vida era una rutina, lo peor era el chico cabezón, siempre mostraba interés en ella ¿entonces por que estaba mal?  no es que ella no lo agradara la idea pero era muy inusual que alguien tratara bien a un invasor, siempre mostraban miedo y respeto cuando uno de ellos pisaba el planeta, eran tan buenos guerreros que incontables razas lo veneraban al grado de que tan solo uno de ellos fuera parte de sus filas, querían a un irken de general y cuando lo tenían eran las razas más mas afortunadas.

Los Irkens orgullosos de ser quienes eran, valientes, fuertes y feroces nunca le temieron a nada, audaces desde tiempos remotos y casi longevos... sin embargo también eran ruines y despiadados que se satisfacían a si  mismos diciendo que lo merecían todo, vaya ego que se cargaban, tanto que veían a otras razas como sus inferiores e insignificantes exclavos, ella lo hizo y ahora la vida le dio un giro que cambio su vida.

ELLA: la mejor de toda su flota; ELLA la mas sobresaliente de  su generación,  todo aquel que la conoció cuando era un aprendiz tenia la certeza de que ella llegaría mas lejos, que ella seria una de las mas grandes invasora, sin embargo fue abatida por un idiota que nunca fue invasor y luego vencida por el humano cabezon y su hermana, pero su desdicha no acabo ahi, llena de vergüenza los mas altos la condenaron a que fuera tratada como una criminal por años y no solo eso, le quitaron el rango de guerrera y fue parte de las "agradecidas compañeras" de uno de los mas altos.

Esa vida no la aguanto por mucho tiempo... por lo tanto debía hacer algo y lo mejor fue huir, dejando todo atrás, todo lo que fue y buscando algo mejor para sobrevivir, por suerte cayo en el único lugar donde esos dos jamás la encontrarían, aquel planeta no era mas que una simple e insignificante roca, la tierra no tenia nada de interés y agradecía aquello, por lo menos  no la encontrarían tan fácilmente.

Miro por la ventana, el sol estaba en un punto no tan alto, quizás el humano no tardaría en llegar, aun quería escapar, y tener una nueva vida, ella deseaba ser independiente, algo para si misma y olvidar el pasado.

Escucho abrir la puerta, ya había llegado aquel terrícola, pero estaba hablando con alguien ¿Que tal si atrajo a mas humanos para destruirla? Si eso debía ser, por eso se comportaba tan extraño, tanta amabilidad debía ser una trampa, espero lo peor.

- No, ya te dije que eso es ridículo... no voy a ¡¿quieres escucharme?! ... Escucha papá yo ¿Cómo que si no lo hago cambiaras de...? - 

La voz del chico sonaba furiosa, Tak pensó que tal vez, Did estaba hablando solo, como cuando lo hacia cuando era mas joven

- Papá... yo no puedo hacerlo, no sere más el acompañante de Gaz y sobre todo no me obligaras a ir a tu evento 

La invasora solo escucho como Dib azotaba la puerta, abrió un poco la suya, noto que el humano estaba en la habitación de enfrente, escucho una especie de ruidos extraños, eran ruidos que se escuchaban armoniosamente, eran lo que los humanos llamaban "musica". Al parecer ella no era la única que no la pasaba tan mal después de todo

31 días con ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora