• Profecía •

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Volvía a casa después de tan dura mañana, como era de esperarse, los exámenes estaban comenzando, Dib odiaba mucho esa época del año, pero si todo salía como esperaba, no tendría que preocuparse por unos cuantos meses más, aunque eso no era del todo cierto, antes de la visita de su adorable hermana, un par de días atrás, Gaz le había llamado por un asunto que lo tenía más que asustado.

El joven Membrana siempre fue opacado por su hermana menor, cada cosa de su interés era reprimido por su padre, siempre quiso que él científico lo apoyará, pero era sumamente estricto con Dib, eso causo estragos en la vida del chico, una de las razones por la cual se había mudado es que ya no quería seguir siendo "la vergüenza" de la familia, le demostraría a su padre y hermana que él podría salir a delante, que haría grandes cosas por su cuenta, pero ahora, aquella llamada telefónica lo ponía en una encrucijada muy grande...

Llegó finalmente a su hogar, abrió la puerta y encontró a Tak viendo la televisión, ella estaba acostada cambiando los canales, Dib sonrió en su interior, poco a poco la irken comenzó a tenerle confianza y eso era algo que él empezó a apreciar.

- Hola Tak ¿Algo interesante?

La chica ni siquiera le estaba haciendo caso, simplemente se limitaba a ver la televisión.

- iré a hacer la comida, seguramente estas hambrienta

El chico humano fue a la cocina, fue un alivio que ella no le hiciera caso, comenzó a preparar los alimentos, mientras lo hacía aquella llamada llegó de nuevo a su mente

"- Gaz...
- Escucha Dib, desde que te saliste de casa juré no llamarte de nuevo, pero nuestro padre insiste en que tienes que regresar, tú salida solo nos a traído problemas
- Estoy mucho mejor viviendo solo
- Dib, papá va a tirar tus cosas, sin embargo me pidió que vengas por ellas
- lo entiendo
- Llévate toda tú maldita basura y ojalá de verdad no vuelvas..."

Después de la intromisión de su hermana aquello lo mantenía pensativo, en su antiguo hogar estaba la nave de Tak ¿Debería decirle a la chica?
Algo que debía admitir el humano, es que la irken se había ganado un lugar en su vida, por primera vez no se sentía solo, pero eso no significaba que tendría que obligarla a quedarse. ¡Vaya encrucijada!

– Humano – la voz de la chica lo saco de sus pensamientos – huele a quemado

Dib reaccionó muy rápido, sin cuidado comenzó a mover aquellas verduras con mantequilla, esperaba que no todo estuviera estropeado. Tak lo miraba, tratando de imaginarse que tenía el chico en su grande cabeza.

– ¿Algo malo sucede? ¿Verdad?

Cómo si la chica hubiera adivinado, Dib únicamente trataba de ocultar su nerviosismo, no quería decirle sobre lo que estaba ocurriendo, se estaba ganando su confianza y no sabía cómo reaccionaría cuando supiera que él tenía su nave, ella pudo irse desde el inicio, pudo salir del planeta y rehacer su vida en cualquier lado del universo. Sin embargo, su presencia lo hacía sentir bien, por extraño que parezca desde que ella llegó a su vida hubo un enorme cambio en él: ya no se sentía solo...

Anteriormente, trataba de quedarse fuera por mucho tiempo, incluso se quedaba en la biblioteca hasta tarde, no le gustaba llegar a casa, ya que no había nadie que lo esperara, Dib siempre fue un chico solitario, por desgracia eso comenzó a afectarlo de miles de formas.

Ahora la cosa cambia, Tak por muy inesperado que parezca, ella estaba en su hogar, ella dependía de él, ella lo esperaba: en pocas palabras, Tak era su compañera ahora.

– Humano – Volvió a llamar ella – ¿En qué tanto piensas?

– En nada en especial, dime ¿Te diviertes mientras no estoy?

31 días con ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora